El equipo encadenó en las primeras jornadas una serie de resultados que le pusieron en la zona alta e incluso les llevaron a firmar el mejor arranque del filial del Zamora en la época moderna. “Empezamos la temporada francamente bien. Proponíamos un fútbol vistoso, de posesión, de juego por las bandas y de mucho descaro. Poco a poco la liga nos fue poniendo en la posición que merecíamos y aún recuerdo el punto de inflexión de la temporada. Jugábamos ante el Universitario y teníamos opciones de ponernos quintos y vivir de forma tranquila toda la campaña. Aquel partido perdimos por 3-0 y a partir de ahí vino la cuesta abajo”, explica Manuel Álvarez.
Una derrota que desencadenó una ristra de resultados negativos que los ha puesto al filo del abismo: “El equipo empezó a perder confianza. Todo lo que nos salía en la primera parte del campeonato ya no éramos capaces de plasmarlo. Las piernas, quizás por la juventud, temblaban y empezamos a perder partidos de forma preocupante. Tuvimos que cambiar el sistema para intentar ser prácticos y aun así era posible. Perdimos hasta doce puntos en finales apretados y nos metimos en una espiral en la que no ayudaron sanciones o lesiones que llegaron de forma cruel”, sigue analizando el técnico rojiblanco.
El equipo se jugaba el todo por el todo en la última jornada ante el peor equipo posible, el Villa de Simancas. Los zamoranos cayeron por 2-1 pese a adelantarse en el marcador, pero afortunadamente no se consumó el descenso por el ascenso del Real Valladolid B a Segunda División B: “Éramos el equipo que mejor enfilaba la última jornada en cuanto a clasificación pero el que peor rival tenía. Para mí el Simancas es el mejor equipo dela categoría y fuimos capaces de aguantar el 0-1 hasta el 55. A partir de ahí nos remontaron y porque bajaron el nivel, sino podían habernos goleado”, reconoce.
Pese a la derrota, el equipo se salvó. Una salvación que no se celebró en el vestuario: “Nunca suelo entrar al vestuario al final de los partidos pero al ser la última jornada entré al vestuario para felicitarles por la salvación. Pero en el vestuario nadie sonreía. La sensación era de que habíamos descendido sin haberlo hecho. Eso demuestra el orgullo que ha tenido este equipo todo el año y el enfado que tenían por haberse salvado por el buen hacer de terceros”.
Una vez terminada la competición, Manuel Álvarez analiza su trabajo: “La verdad es que ha sido un año en el que he disfrutado mucho. Es la primera vez que entreno a este nivel y he estado muy a gusto con los chicos. Evidentemente no estoy satisfecho con el resultado final y ya le dije a los chicos que gran parte de la culpa de esta posición es mía. Pero ha sido una temporada en la que he aprendido mucho, he apuntado lo bueno y también lo malo para intentar mejorar de cara al año próximo”.
Precisamente, sobre su futuro añadía: “En la cantera aún no sabemos nada. Estamos a la espera de que la directiva hable con la coordinación para ver qué va a ocurrir el año próximo. Yo estoy a disposición del club y haré lo que me digan, pero no voy a negar que me gustaría seguir entrenando a este equipo”.
Por último, sobre el funcionamiento de la cantera, Álvarez finalizaba: “Creo que la política de la cantera es la correcta. Egoístamente siempre quieres tener a los mejores, pero en un club, los técnicos de base no pueden ser egoístas. Siempre es bonito que jugadores tuyos asciendan con el equipo superior y es por eso por lo que todos debemos pelear, aún a sabiendas de que eso pueda debilitar al equipo que tu entrenas. En un proyecto de cantera todos tienen que buscar el bien común y no el personal”.
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