La marcha del Zamora Club de Fútbol esta temporada en el Grupo VIII de la Tercera División está siendo inconmensurable. Una racha de casi veinte encuentros sin perder avala la calidad de una plantilla que no está haciendo prisioneros en una liga en la que está demostrando ser el mejor plantel sin ningún tipo de paliativos.
Ahora bien, en busca de la mejora constante, el Zamora debe reparar en la gran cantidad de goles que recibe en el tramo final de los encuentros. La prueba es que 9 de los 17 tantos que ha recibido hasta la fecha los ha encajado en los minutos finales de los duelos. Una situación que no ha generado pérdida de puntos, ya que esas dianas anotadas han sido intrascendentes, pero que denotan una relajación que podría tener consecuencias en una hipotética fase de ascenso.
Y es que los números son claros. De los diecisiete goles que lleva encajados el Zamora, seis los recibió en la primera parte y once en la segunda. Además, dividiendo cada parte en dos fases, resulta positiva la seriedad con la que el Zamora afronta los primeros minutos de cada periodo, pero igualmente resulta mejorable la intensidad de los minutos finales.
Así, en la primera mitad de la primera parte tan solo ha recibido dos goles en lo que va de temporada. Ese número se incrementa hasta cuatro en la segunda mitad de la primera parte. Tras el paso por los vestuarios, durante la primera media parte del segundo acto ha recibido igualmente tan solo dos goles. Pero el peor registro llega en el último tramo de la segunda parte, a partir del minuto 68 en adelante, cuando han sido nueve las dianas encajadas.
Una prueba por tanto de la relajación, quizás inconscientes cuando el partido está más que decidido, que lleva al equipo a conceder más al rival y que aunque a nivel de puntos no influye prácticamente en nada, sí podría resultar importante en una hipotética fase de ascenso cuando la diferencia de goles resulta vital.
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