Antonio Payo: “Me acuerdo cuando la gente subía la cuesta con sus borricos. Ahora está vacía y es una pena”

Antonio Payo: “Me acuerdo cuando la gente subía la cuesta con sus borricos. Ahora está vacía y es una pena”
Antonio Payo: “Me acuerdo cuando la gente subía la cuesta con sus borricos. Ahora está vacía y es una pena”

Entre cassettes de Camarón o El Fary y los cantos de sus periquitos, Antonio pasa las horas dibujando a plumilla en lo que fue la Peluquería Payo. Abierta por su padre a mediados de los años treinta, en la actualidad conserva su apariencia con los tocadores y espejos, botes de brillantina y brochas de afeitar. “He querido conservar su imagen porque si la viera vacía, se me caería el alma a los pies, ahora para mí es como mi refugio”, comenta. 

Como nunca le gustó mucho estudiar, a la edad de diez años su padre le puso a trabajar con él por las tardes, cuando regresaba del colegio Jacinto Benavente, situado al final de la cuesta de Balborraz. “Era un crío y casi no alcanzaba a dar brocha a los clientes”, recuerda. 

Desde entonces y hasta principios del año 2000, cuando Antonio se jubiló, la peluquería se fue adaptando a las nuevas tendencias. “Al principio sólo cortábamos a tijera, era un verdadero trabajo de artesanía. Más tarde, el corte de navaja se puso de fama y, modestia aparte, yo era el único que cortaba así”, explica. 

A lo largo de sus 75 años ejerciendo la profesión en lo alto de la cuesta de Balborraz, Antonio ha ido viendo a través del cristal de su local (y vivienda), la transformación de la emblemática calle. “Antes vivíamos mucho de la gente de los pueblos y me acuerdo cuando subían la cuesta con sus borricos y sus carros. Venían del puente de piedra y se dirigían al centro para vender su mercancía y una vez que tenían dinero, ya podían comprar en el mercado otros productos. Ahora la calle está vacía y es una pena, los hijos no han continuado con el negocio de sus familias y los oficios se han ido perdiendo. Aquí antes había zapateros remendones, plateros, pintores, joyeros… pero la forma de trabajar ha cambiado, ya no es arte, la gente busca trabajar y ganar dinero lo más rápido posible”.

 

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