Las doce uvas es una tradición de origen español, extendida a otros países hispanoamericanos, que incluso se celebra en el sur de Australia. Consiste en comerse una uva por cada campanada a las doce de la noche del 31 de diciembre.
El 2 de enero de 1894, El Siglo Futuro incluye un artículo del día anterior de El Imparcial titulado "Las uvas bienhechoras", en el que se habla de la costumbre "importada de Francia, pero ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza". El mismo día, en El Correo Militar se podía leer: "La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!".
En la Nochevieja de 1895 aparece una referencia escrita sobre las doce uvas, en esta fecha fue el presidente del Consejo de Ministros quien despidió el año 1895 con uvas y champán.
La tradición de comer las uvas tiene un precedente: un bando municipal del alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, de diciembre de 1882, por el que se imponía una cuota de 1 duro (cinco pesetas) a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos. Esta tradición servía para ridiculizar a algunos forasteros que llegaban esos días y a quienes se les hacía creer que había que ir a buscar a los Reyes Magos la madrugada del 5 de enero; se utilizaba, además, para beber y hacer cuanto ruido se quisiera.
Con este bando José Abascal privó a los madrileños de la posibilidad de disfrutar de un día de fiesta en donde se permitiese casi todo. Esto, junto a la costumbre de las familias acomodadas de tomar uvas y champán en la cena de Nochevieja, provocó que un grupo de madrileños decidieran ironizar la costumbre burguesa, acudiendo a la Puerta del Sol a tomar las uvas al son de las campanadas. Estos son los antecedentes que dieron lugar a esta costumbre.
En España se utilizan uvas frescas. En otros países, como en algunos de Latinoamérica, se comen doce uvas pasas. Aunque el porqué de ser doce no se tiene claro si es por los doce meses, una uva por cada mes, o si es por las doce campanadas, una uva por cada toque de campana. Realmente, se podrían compaginar las dos motivaciones. Según la tradición, se cree que el que se coma las doce uvas al compás de las campanadas tendrá un año próspero.
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