Las medidas de erradicación del consumo de tabaco pueden ayudar a los países a evitar que millones de personas enfermen y mueran por enfermedades relacionadas con este producto, a combatir la pobreza y, de acuerdo con el primer informe sobre sus efectos medioambientales, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a reducir la degradación del medio ambiente a gran escala.
Con ocasión del Día Mundial Sin Tabaco, la OMS recuerda la amenaza que representa este producto para el desarrollo de los países de todo el mundo y hace un llamamiento a sus gobiernos para que apliquen medidas firmes de control del tabaco, como la prohibición de comercializarlo y publicitarlo, la promoción del empaquetado neutro de los productos que lo contienen, el aumento de los impuestos especiales y la prohibición de fumar en los espacios públicos cerrados y los lugares de trabajo.
En primer lugar, explica que el consumo de tabaco se lleva la vida de más de 7 millones de personas cada año y cuesta a los hogares y gobiernos más de 1,4 billones en gastos sanitarios y pérdida de productividad. La doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, señala que “El tabaco es una amenaza para todos. Agrava la pobreza, reduce la productividad económica, afecta negativamente a la elección de los alimentos que se consumen en los hogares y contamina el aire de interiores”.
Los efectos del tabaco en el medio ambiente
El tabaco y su impacto medioambiental: una visión de conjunto, el primero sobre los efectos de este producto en la naturaleza, se dan algunos datos reveladores, por ejemplo que los residuos de tabaco contienen más de 7.000 sustancias químicas tóxicas que envenenan el medio ambiente, algunas de ellas cancerígenas para el ser humano.
En el humo de tabaco se liberan miles de toneladas de productos cancerígenos para el ser humano, sustancias tóxicas y gases de efecto invernadero, y los residuos de los productos de tabaco son el tipo de basura más numeroso. Y cerca de 10 000 millones de los 15 000 millones de cigarrillos vendidos diariamente en el mundo se desechan al medio ambiente. Por otro lado, las colillas de cigarrillo representan entre el 30 y el 40% de los objetos recogidos en las actividades de limpieza costera y urbana.
Amenaza para el sustento de los hogares
La Organización Mundial de la Salud considera que el tabaco es una amenaza para todas las personas y para el desarrollo nacional y regional, de formas muy diversas. Por ejemplo, la pobreza, pues cerca de 860 millones de fumadores adultos viven en países de ingresos medianos o bajos. Varios estudios indican que, en algunos hogares de los países de ingresos bajos, más del 10% de los ingresos se gasta en comprar productos de tabaco, un dinero que no se destina a alimentos, educación y atención sanitaria.
Además, el cultivo del tabaco evita que los niños reciban educación. Entre el 10% y el 14% de los niños de familias que cultivan esta planta no asisten a la escuela porque trabajan en campos de cultivo. Y entre el 60% y el 70% de los trabajadores agrícolas que trabajan en el cultivo de tabaco son mujeres, que están expuestas directamente a productos químicos peligrosos.
Políticas tributarias
El doctor Oleg Chestnov, subdirector general de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental, señala que “muchos gobiernos están tomando medidas contra el tabaco, desde la prohibición de su publicidad y comercialización hasta la introducción del empaquetado neutro y la prohibición de fumar en los espacios públicos y los lugares de trabajo. No obstante, una medida de lucha antitabáquica menos utilizada que resulta muy eficaz es la aplicación de políticas tributarias y de precios, que los países pueden aplicar para satisfacer sus necesidades de desarrollo”.
Los gobiernos recaudan anualmente casi 270.000 millones en concepto de impuestos sobre el tabaco, una cifra que se podría acrecentar en más de un 50% para obtener 141.000 millones adicionales simplemente añadiendo a los impuestos aplicados en todos los países a cada paquete de cigarrillos un suplemento de 0,80. El incremento de los ingresos fiscales del tabaco ayudará a movilizar más recursos internos y a crear el espacio fiscal necesario para que los países cumplan las prioridades de desarrollo en el marco de la Agenda 2030.
Finalmente, el doctor Douglas Bettcher, director del Departamento de Prevención de Enfermedades No Transmisibles de la OMS, afirma que “el tabaco es un importante obstáculo al desarrollo mundial. La morbimortalidad relacionada con este producto agrava la pobreza, afecta a las personas que aportan el salario principal a los hogares, desvía los limitados recursos del hogar a la compra de productos de tabaco en lugar de comida y material escolar, y obliga a muchas personas a aumentar el gasto en atención sanitaria”.
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