Sin embargo, la asociación alerta de que en numerosos casos los responsables se saltan dicho trámite celebrando estas fiestas de forma ilegal. En otros muchos casos, los organizadores de los cotillones no cumplen lo prometido en su publicidad.
Así, pueden darse situaciones como que el guardarropa vigilado, supuestamente incluido en el precio de la entrada, conlleve finalmente un coste añadido o carezca de una auténtica vigilancia.
Otros ejemplos pueden darse con bebidas que se acaben a las pocas horas del inicio de la fiesta, que los canapés o el desayuno sólo sean accesibles para unos pocos, o que se venden muchas más entradas de lo pactado, con lo que se alcance una masificación insufrible.