Cuando la Pasión se convierte en tu trabajo
De realizar los reposteros o seguir vistiendo a los hermanos de la Semana Santa zamorana a trabajar para Martín Berasategui, la Mercería Costuras continúa enfrentándose a los nuevos retos que aparecen en su oficio
Hace nueve años, en 2014, Luisa Peral (1977, Zamora) y Jorge Calles (1976, Zamora) emprendían la aventura con una mercería, Costuras, en el barrio de Pinilla. Casualmente, varias reestructuraciones en sus trabajos les hacen cambiar el ‘chip’, adaptarse a una nueva realidad y surge de la posibilidad de, por qué no, dedicarse a una de las cosas que más les gustan: ella, especializada en el ámbito de la costura; él, dedicado a la impresión y los bordados. Todo fue hacia adelante y, casi una década después, su pequeña tienda continúa creciendo, superando retos insospechados y vistiendo a la Pasión zamorana con unos reposteros únicos en el país.
La capital veía a un negocio florecer y sus cimientos parecían claros: “Cuando abres un negocio aquí, te tienen que conocer. Y hay que hacer las cosas bien. Zamora es el boca a boca y hay que tratar al cliente como yo quiero que me traten en otra tienda”, afirma Jorge, cuyo negocio ‘funciona’ durante todo el año: “Llevamos trabajando Semana Santa casi todo el año. Ahora estamos con las réplicas de los reposteros pequeños, que son copias de lo que se cuelgan en el Ayuntamiento, pero en versión pequeña”, cuenta con una sonrisa de oreja a oreja.
Y no es para menos después de que tu trabajo, en una semana tan especial para la ciudad, engalane la Plaza Mayor: “Ver los reposteros colgados es fascinante. O ir con tus hijas y que te digan: “¡Mamá, eso lo has hecho tú! ¡Y este también!” Vas viendo tu trabajo por todos los sitios y es una pasada”, expresa Luisa sobre un reto que supuso un punto de inflexión en su carrera profesional: “Cuando nos dijeron lo de los reposteros, lo primero que piensas es: “Imposible, no”. Pero, ¿cómo que no? Pues claro que sí. Vamos a hacer ensayo y error hasta que lo podamos hacer”. Y así fue.
Se consiguió, aunque la tarea fue muy laboriosa: “Entre diseños y el trabajo de la máquina, que está cada semana bordando durante ocho horas, se pueden pasar dos semanas de trabajo… para cada uno. Ahora mismo, somos los únicos que estamos haciendo este tipo de bordados, en este tipo de tela, en España, así que hemos abierto la puerta a que esta tela se pueda bordar, porque antes solamente se imprimía”, detalla Jorge sobre unos reposteros que aguantan, aproximadamente, 3.500 horas de luz solar.
Trabajo, trabajo y más trabajo en una ciudad, donde tristemente, siguen cerrando tiendas: “Se nota mucho la crisis en todas las tiendas que cierran de ropa, aunque nosotros somos del grupo afortunado”, dice Luisa, cuya faena no paró ni en tiempos de pandemia: “Estuvimos parados solo una semana, la gente nos empezó a demandar gomas para las mascarillas y ya nos pusimos en movimiento”, abasteciendo a la sociedad con todo aquello que necesitaba.
La capacidad de superación y las ganas de seguir creciendo son claves para mantener un negocio con un tipo de bordado “muy específico”, que se expande a nivel nacional a través de los mandiles de Martín Berasategui, contrastado chef, y donde la vocación juega un papel importantísimo: “En el tema de la costura, por ejemplo, tienes que tener pasión, porque si no la tienes no podrías aguantar tantas horas cosiendo todos los días. Sin pasión es imposible”, afianza Luisa, que llegó a recibir una llamada por parte del programa ‘Maestros de la costura’.
Pese a la poca formación sobre el oficio costurero y la obligada retroalimentación entre las personas que se dedican a ello, tanto a nivel nacional como internacional, Luisa y Jorge, cada uno en su ámbito, siguen aprendiendo para afrontar retos y proyectos, aunque con una idea clara: ganar calidad de vida en el trabajo de sus vidas.
También te puede interesar
Lo último