Cuarenta años de legalidad roja

El 9 de abril de 1977, el PCE fue inscrito como uno más en el registro de partidos. El histórico militante comunista, Amable García, conversa con tres compañeros, afiliados ya en la democracia, acerca de la repercusión de aquella decisión política decisiva para la Transición.

Cuentan quienes lo vivieron que aquel día varios militantes comunistas se vieron las caras por primera vez. Organizados a través de células, con nombres clave y de manera totalmente clandestina, algunos miembros del partido ni siquiera se conocían entre sí. Fue el 9 de abril de 1977 cuando el PCE salió del mundo subterráneo, donde había permanecido durante la dictadura, para emerger con sus símbolos y banderas por las calles en plena Semana Santa. Había sido legalizado.

Adolfo Suárez pactó que el anuncio, que venía meses gestándose, se produjese en una fecha en la que media España estaba en la playa y la otra media viendo procesiones, como se ha contado en numerosas crónicas de la época. Zamora formaba parte, claro está, de la mitad cofrade. En aquel 1977, un primer plano de la imagen del Cristo Yacente copaba el fondo de un cartel promocional que anunciaba la Pasión de siempre en la ciudad: austera, callada, emotivamente sobria.

La alegría de los comunistas por su regreso a la legalidad rompió ese ambiente de recogimiento en el llamado Sábado Santo Rojo. La fecha podría parecer inolvidable para quienes lo vivieron en primera persona, pero los estragos de la edad y la memoria son, en ocasiones, caprichosos. Amable García, histórico militante del PCE, encarcelado durante más de tres años por su ideología y huérfano desde la adolescencia de un padre asesinado en la Guerra Civil, no recuerda "nada" de aquel 9 de abril.

Sí conserva la memoria del pasado, de una época en la que ser de izquierdas estaba penado y el comunismo era uno de los principales enemigos del régimen de Franco. La narración de esas experiencias pasadas le sirve para captar la atención. Es miércoles, la Semana Santa se aproxima cuarenta años después y la sede municipal de Izquierda Unida se convierte en el punto de encuentro de tres generaciones de comunistas. Amable García, 94 años, en el centro; a su izquierda, el responsable provincial, Miguel Ángel Viñas; y a su derecha, Jonathan de Anta y Javier Novo, los dos últimos afiliados al PCE en Zamora.

Deseábamos no tener que llevar a un policía o a un guardia civil persiguiéndonos

Los tres más jóvenes miran, escuchan y y se dirigen a Amable con el respeto que el veterano se ha ganado en sus más de 70 años de militancia:

- "Cuando se produjo la legalización, estábamos deseando que las cosas estuvieran más claras y no tener que llevar a un policía o a un guardia civil persiguiéndonos. Lo que vivimos en la dictadura fue tremendo. íbamos al Teatro Principal y teníamos a uno detrás",  rememora el histórico militante del PCE, encarcelado a los 23 años en el penal de Burgos.

Amable abunda en el recuerdo del Franquismo: "El único partido que había era el comunista. No había más. Yo llegué al marxismo cuando estuve en Burgos. Antes, no sabía nada", explica, antes de regresar por primera vez - no sería la última durante la charla -  a una fecha que tiene grabada a fuego: "El 17 de septiembre de 1936 fue cuando mataron a mi padre. Era de Izquierda Republicana".

La historia de Amable no es desconocida para Jonathan y para Javier y sigue formando parte de la 'mochila' que los nuevos militantes cargan con el orgullo de un pasado de lucha y resistencia ante la represión. Integrado en IU desde 1986, el PCE apenas cuenta con treinta miembros en Zamora. ¿Qué lleva a un joven a afiliarse en el 2017 a esta organización?

- "Es una tradición de lucha obrera y una trayectoria ideológica de los explotados contra los explotadores. La lucha contra el capitalismo es más necesaria que nunca y el Partido Comunista te permite tener un apoyo en el resto del planeta para pelear por un mundo más justo", reflexiona Jonathan.

Creemos en el comunismo como medio para que nadie sea explotado por nadie

A su lado, Javier apela al sentido de la responsabilidad: "Creemos en el comunismo como medio para que nadie sea explotado por nadie. Es un modelo de ver el mundo y la forma de continuar con el legado que dejan compañeros como Amable. Ahora es más fácil ser comunista. Ellos lo tuvieron mucho más difícil en la clandestinidad y con encarcelamientos. Lo complicado hoy en día es militar y saltar de las redes al mundo real".

Amable escucha, asiente de vez en cuando y habla con un punto de orgullo: "Me parece muy bien que haya jóvenes con esas ideas, que estén a la izquierda como lo estuve yo desde los trece años". En este punto, vuelve a recordar la fecha del asesinato de su padre.

Javier nació unos meses antes de la caída del Muro de Berlín. Jonathan, unos años más tarde. "Desde entonces, los derechos de los trabajadores han caído en picado", sostiene Miguel Ángel Viñas, el único militante comunista del equipo de gobierno de Guarido. "El anticomunismo sigue. Sólo hay que ver que la Revolución de Octubre aún se trata como algo negativo", subraya.

El anticomunismo sigue

Para Viñas, Amable sigue siendo "alguien del que aprender", el referente de un partido cuyos miembros "morían por la defensa de la democracia". Hace apenas unos días, en el Ayuntamiento ahora gobernado por Izquierda Unida, el histórico militante vio en primera persona cómo su compañero de partido, casi medio siglo más joven que él, leía los nombres de todos los funcionarios y concejales represaliados en el 36:  "Fue algo fenomenal", asevera.

Lejos queda ya la época de la represión y las persecuciones, de los largos paseos y carreras que Amable le hacía dar, sin rumbo fijo, al policía obligado a seguirle los pasos; de la piragua que le convirtió en campeón provincial en 1941, situada en el río por si se veía obligado a escapar durante la extrema vigilancia en la visita de Franco a la ciudad; de los problemas y las denuncias cuando entró a trabajar a la tabacalera a la que entregó varias décadas y que le dio el sustento. El PCE lleva 40 años a la luz.

- "En Zamora, a la gente se le está quitando el miedo. La natalidad no ha bajado porque nos comamos a los niños, no se han quemado las iglesias... Al final, cada uno se pone en su sitio". indica Viñas.

El sitio de Amable siempre ha sido el mismo. Desde aquel infausto 17 de septiembre del 36 hasta hoy, pasando por el punto de inflexión de la legalización y las lágrimas de emoción, puño en alto, al ver a sus compañeros con el bastón de mando del Ayuntamiento: "Cuando programábamos la entrevista, le comentamos que la haríamos cuando a él le fuera bien. Tiene 94 años y es lógico que pueda elegir. Pero nos dijo que no, que cuando nos fuera bien a todos. Es una manera de definir cómo es. Seguimos aprendiendo", zanja Javier. 

Amable no dice nada más. Posa con la bandera para las fotos y se prepara para otra entrevista. Hace esfuerzos por recordar y por explicar sus vivencias con la mayor veracidad posible. Cuarenta años después, vuelve a ser Semana Santa.

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