Además de batir marcas en el plano profesional y personal, Charo Heras fue, sin pretenderlo, uno de esos vehículos todoterreno que marchan en cabeza en plena nevada, haciendo en la carretera las roderas que los que vienen detrás pueden utilizar como guía. Ser mujer no debió de ser fácil en sus inicios dentro de un mundillo que el saber común identificaba con los hombres, pero esta científica se impuso con holgura a cualquier reparo que pudiera encontrarse de frente. “Digamos que no fue fácil”, reconoce. “En mi curso éramos 50 chicos y siete chicas. Personalmente, lo he sufrido pero no me ha hecho mella porque estaba acostumbrada”, añade.

En estos casi 40 años dedicados a la física experimental, Charo Heras ha sido, entre otros hitos profesionales, profesora de Mecánica y Termodinámica en la Complutense de Madrid, profesora de Ingeniería Técnica Industrial en la Politécnica de Madrid e investigadora con mayúsculas con la energía solar como especialidad, como demuestran sus 28 años en el Ciemat sobre Eficiencia Energética en Edificación.

Su bagaje no le impide trabajar entre 16 y18 horas diarias, formar parte de jurados, impartir clases magistrales, da conferencias dentro y fuera de España y lidiar con potentes empresarios y organizaciones de medio mundo para conseguir atraer los fondos necesarios que mantengan viva la investigación y, de paso, consigan pagar los sueldos de un equipo de investigadores a los que mima y defiende a capa y espada.

El reto es colosal: Educar y concienciar a los ciudadanos de la importancia capital de aprovechar al máximo los recursos y de que la energía es cara y no pude derrocharse. En ese camino, Charo Heras no duda en dar los zurriagazos más contundentes a diestro y siniestro, comenzando por “lo mal que se ha construido” en España y la “ruina energética” que presenta el 80% de los edificios españoles hasta el escaso arrojo de las empresas españolas al apostar por la investigación, pasando por los impedimentos que la política interpone en el camino de la ciencia.

Quien haya conocido a algún científico huraño y ensimismado o quien solamente haya visto los estereotipos que ofrece el cine sobre la ciencia, no quedará impasible ante el borbotón de emociones y la energía -nunca mejor dicho- que Charo Heras desprende. Hace apenas tres años, dio una conferencia dentro de la iniciativa ‘Embajadores de la ciencia’ en el instituto Claudio Moyano, pisando ese suelo más de medio siglo después de la última vez. La misma emoción que mostró entonces emana de cada cifra, de cada ecuación y de cada experimento que anota para sacar conclusiones e idear proyectos que hagan de la tierra un mundo mejor.

Tienes que iniciar sesión para ver los comentarios

Lo más leído