David DeMaría: “Al actuar, te sientes como un médico del alma recetando historias”
Un concierto en acústico no lo puede hacer cualquiera. Es una responsabilidad grande porque no hay nada que te arrope.
Te arropas tú mismo con tu estado de ánimo y con la seguridad que muestres ante tus dos instrumentos: la voz, que es el principal, y tu guitarra. Yo creo que es una manera de demostrar tu valía, lo que llevas dentro y, sobre todo, de las propias canciones. La mayoría de las canciones de mis discos están compuestas a guitarra y voz y creo que en estos Club Cien por todo el país hay muchísima gente que me está redescubriendo, otros que me están conociendo por primera vez, otros que se vuelven a enganchar… Uno intenta crecer con su generación, musicalmente hablando, y esta gira me está ayudando mucho al reencuentro con mucho público que ha escuchado canciones de David de María desde hace más de una década pero que al verlo así, en directo y en acústico, se lleva una impresión muy distinta.
¿Recuerdas cuándo cogiste la guitarra por primera vez y salieron sus primeras notas?
En mi casa, desde pequeño, siempre hubo una guitarra, que era de mi padre, aunque él es bombero y nunca se dedicó profesionalmente a la música. Con esto de nacer en una tierra con tantas tradiciones musicales, sobre todo el flamenco, y en las navidades somos muy de cantar villancicos y cuando llegan los carnavales, de crear una agrupación, una chirigota, una comparsa, pues desde muy pequeño recuerdo el instinto de que se me vayan las manos a una guitarra y a un papel en blanco. Es una cuestión de forma de vida. No ha sido nunca por una moda ni porque ahora se lleve ser cantante o ser famoso sino que ha sido por una vocación natural que ha ido creciendo desde mi niñez hasta la madurez.
Tras encerrarte tanto tiempo para el último trabajo, ‘Otras vidas’, ¿la evolución natural de un esfuerzo así es hacer una gira para evitar el bajón de adrenalina?
En la gira vuelves a reencontrarte con tus propias canciones porque éstas las escribí durante un año muy intenso de composición, de maquetación y de grabación y en el directo, está claro que es como salir al ruedo. Todo lo que has trabajado en el laboratorio musical mostrarlo ante el público y más en esta época que corre en la que tengo que jugar con distintos formatos: conciertos como el de Zamora, prácticamente al desnudo guitarra y voz, pero luego también tengo conciertos muy importantes con toda la banda y con todos los músicos y tengo que cambiar el chip. Es una adrenalina constante. Es como estar al borde del precipicio pero también engancha ese precipicio de adrenalina y de nervios.
Vender más de un millón de discos y, una buena parte, en época de crisis ¿es como vender
20 millones en la época de bonanza?
Bueno, desgraciadamente, los tiempos en cuanto a venta física han cambiado tanto y están en pleno proceso de acoplamiento a las nuevas plataformas digitales que se hace difícil saber la repercusión real que puede llegar a tener un disco. Por eso, sí que el pulso real de un concierto en directo sí te marca mucho y en estos acústicos nos ha ocurrido recientemente en León, en Ávila, en Castellón. Nos quedan unos cuantos pero es el directo en sí el mejor termómetro para captar el pulso y la repercusión que una canción, que un single que suena en radio o que un disco puede ofrecer o puede hacer llegar a sentir al público.
¿Qué siente un artista cuando nota que hay gente que está conteniendo la respiración?
Te sientes como una especie de médico del alma recetando historias en las que cualquiera se puede sentir identificado. Yo creo que la música es eso. Es una especie de automotivación, hay estilos para todos los gustos, para todos los horarios y la mía, sin duda, invita a contener la respiración, a acabar expulsando esa respiración y, sobre todo, a la reflexión y a las ganas de, al final, seguir creyendo en el pop nacional porque hemos sido la cenicienta en todo lo que está ocurriendo en el ámbito cultural en este país. Que el artista nacional, que el pop nacional siga vivo y que contengamos muchas respiraciones en conciertos como el de Zamora, ojalá perdure.
¿Es cierto que la fama es como un amigo pesado, que está bien pero solo un rato?
Nunca me he sentido una persona famosa, la verdad. Por suerte, todo lo que ha venido de popularidad en mi carrera ha sido a través de la música y a través de lo que me gano a pulso con mis composiciones y con mis giras. De hecho, cuando alguna vez he estado metido en algún embolado televisivo por algo que no ha sido la música lo que he hecho es huir, separarme y encerrarme en mi casa, en Cádiz, a escribir y a componer porque no es una buena aliada sobre todo de quien se toma esta carrera muy en serio y de quien tiene mucho miedo de que en una simple tarde toda la credibilidad fraguada y cultivada durante muchos años se te vaya al traste por cierto estilo de popularidad y de fama. La fama, siempre que sea creada por tu obra, bienvenida sea porque lo peor que le puede ocurrir a un artista es pasar desapercibido pero otro tipo de fama, buscada
convenientemente, intento huir de ella.
¿Cómo defines el resultado de cada uno de estos conciertos en gira?
Más de una hora de concierto en la que vamos deshojando canciones una a una y es una manera muy bonita de entenderlas, de masticarlas e, incluso, de mirarnos a los ojos. En este tipo de conciertos, el que vaya ha de saber que va a ver a un tío con una guitarra, que no va a haber muchos alardes de producción ni de banda ni de músicos, sino que es una oportunidad bonita para conocer la voz y la manera de interpretar de un tío que lleva casi 20 años en esto de la música, que está apostando por un estilo sin dejarse llevar por las modas pasajeras ni por lo que la radio fórmula muchas veces circula que hay que hacer. He intentado apostar siempre por un pop con sello propio, con matices andaluces porque soy de Jerez de la Frontera, de Cádiz.
Ya habías estado en Zamora con tu primer disco, David DeMaría, y con el éxito de ‘Amor multiplicado por dos’, en 1997, y hace casi una década, con ‘Barcos de papel’.
Es una tierra a la que tenía muchas ganas de volver a reconquistar musicalmente hablando. Siempre invito a la gente a que venga a mis conciertos en pareja, con amigos, con familiares pero que venga sabiendo que necesito los cinco sentidos, la atención y el respeto más grande porque no hay nada más feo en un concierto acústico que escuchar murmullo entre estrofa y estrofa, entre estribillo y estribillo.
También te puede interesar
Lo último