En un primer momento parecen tan menudos que no se distinguirían del resto de niños de su edad. Pero cuando comienzan los malabares, la habilidad de ganarse al público y los trucos, convierten su espectáculo en ilusionismo puro, deleitando al público que olvida con su estupefacción que se trata de niños y se somete al fascinante mundo de la magia.
Tienes que iniciar sesión para ver los comentarios