“El ascensor social no funciona, cada vez que hay una crisis la desigualdad se incrementa”
Daniel Rodríguez de Blas, Miembro del Comité Técnico de la Fundación FOESSA, presenta el “Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Castilla y León” a trabajadores y voluntarios de Cáritas Diocesana de Zamora.
Los principales resultados, que arroja el último informe FOESSA “Informe sobre Exclusión y Desarrolllo Social en Castilla y León”, alertan de un aumento en las tasas de exclusión social y una reducción del espacio de integración plena en Castilla y León por el impacto de la pandemia. Uno de cada seis habitantes (18%) se encuentran en exclusión social, lo que supone un total de 426.000 personas. El informe refleja, además, un crecimiento de un 54% entre las personas más frágiles, las que se encuentran en situación de exclusión severa, que ya representan a más de la mitad de las personas presentes en el espacio de la exclusión social (225.000).
“En marzo de 2020 éramos una sociedad que navegábamos más o menos bien, habíamos salido de la crisis del 2008, pero como el Titanic, chocamos contra el iceberg; llegó la pandemia. Saltan las alarmas, ya no estamos tan protegidos. En el Titanic había viajeros de primera, de segunda y hasta de tercera clase, pues con la pandemia ha pasado lo mismo. En el Titanic se salvaron los pasajeros de primera y, casi todos, los que fallecieron era pasajeros de segunda. Grosso modo es lo que ha pasado con la pandemia. Los perdedores de las crisis siempre son los mismos, los que viajan en segunda o tercera clase”, afirma Daniel Rodríguez.
La crisis sanitaria ha afectado a muchos hogares en la Comunidad, reduciendo notablemente su espacio de integración plena. En 2018, seis de cada diez hogares en Castilla y León se encontraban en esta situación, ahora menos de la mitad de los hogares (49.7%) participan con total normalidad en la sociedad.
En cuanto a la evolución, FOESSA constata un crecimiento de la exclusión en el eje económico, donde se ha incrementado un 58%, frente al 38% del conjunto de España. Sin embargo, el mayor crecimiento se produce en el eje relacional, donde las situaciones de exclusión aumentan un 105%, pasando de un 4.4% a un 9%.
Las brechas de la exclusión
- Empleo, vivienda y salud
El empleo, caracterizado por la precariedad, se ha duplicado y alcanza a más de 79.000 hogares (un 11% del total) que dependen económicamente de una persona que sufre inestabilidad laboral grave. Sustentadores de familia que en el último año han tenido: 3 o más meses de desempleo, 3 o más contratos diferentes, en 3 o más empresas distintas. “En Castilla y León 49.000 familias no tienen ingresos estables, datos post pandemia que aún no reflejan el impacto de la inflación”, comenta Daniel Rodríguez.
En el ámbito de la vivienda, el principal problema es la dificultad en el pago de la misma. Los altos precios de la vivienda contrastan con los bajos o inestables ingresos, lo que genera que algo más de 120 mil familias, una vez realizado el pago del alquiler o la hipoteca, queden en situación de pobreza severa. Como afirma Rodríguez de Blas, “el ámbito de la vivienda se ha convertido en un pozo sin fondo para las familias”.
La inestabilidad laboral, junto con la exclusión residencial con viviendas inadecuadas e inseguras generan pobreza económica, pero también frustración, laboral y personal, y tiene efectos a nivel psicológico y emocional. FOESSA constata que, el 50,6 % de las personas creen que ha empeorado su estado de ánimo tras la pandemia. En el caso de los trastornos mentales alcanza el 13 % de la población, “la tasa de exclusión social se duplica en el caso de las hogares en los que hay alguna persona con trastornos de salud mental” remarca, Rodríguez.
Relacionado con el ámbito de la salud, también cabe destacar que “70 mil hogares (7%) sufre falta de acceso a medicamentos o tratamientos sanitarios por problemas económicos”, esta realidad se dispara entre los hogares en situación de exclusión, afectando a cuatro de cada diez de éstos.
Apagón digital
El apagón digital se basa en “tres llaves, los dispositivos, las conexiones y las competencias. Para lo que antes necesitábamos una llave ahora necesitamos tres. En los hogares donde no hay alguna o las hay pero no hay habilidades para su utilización se convierten en un elemento excluyente”. La brecha digital afecta en Castilla y León a los hogares de exclusión en un 41%.
Este apagón digital conlleva la pérdida de oportunidades laborales, formativas, de relaciones o de acceso a derechos como ayudas y prestaciones sociales y que nuevamente afecta a quien más necesita de esas oportunidades: la población en situación de exclusión pierde 6 veces más oportunidades por apagón digital que la población integrada.
Relaciones sociales
En lo que se refiere a las relaciones sociales se pierde la ayuda y se tensan las relaciones. “Cada vez nos aislamos más y nuestra capacidad de ayuda mutua es menor”. En este
aspecto hay un dato muy revelador, uno de cada diez hogares no tienen apoyo en caso de enfermedad o dificultad.
Fractura social
En los hogares en los que la sustentadora principal es una mujer la exclusión llega al 25%, frente al 17% de los sustentados por un hombre.
El país de origen también constituye un rasgo diferencial, en el caso de las personas inmigrantes la brecha se dispara, la exclusión en hogares sustentados por una persona inmigrante constituyen el 53%, en cambio cuando están sustentados por una persona española es un 15%.
Una tercera brecha se abre en la sociedad castellanoleonesa por el incremento de la tasa de exclusión entre las personas más jóvenes. Uno de cada cuatro jóvenes menores de 30 años está afectado por procesos de exclusión social. Para FOESSA, supone una situación que les impide dibujar proyectos de vida para dar el salto a la vida adulta. Esta situación de exclusión genera jóvenes sin empleo, con empleos temporales y precarios, que imposibilitan la emancipación, el sustento de una vida independiente o la creación de una familia.
En relación a esto y como comenta Daniel Rodríguez, la transmisión intergeneracional de la pobreza es real “cada vez que hay una crisis la desigualdad se incrementa, el ascensor social no funciona, cada vez es más difícil salir de esa situación (sociedad estancada) y ascender hacia una situación de integración (sociedad de oportunidades)”.
Crisis inflacionaria
“Desde FOESSSA y desde Cáritas se hace una lectura de la situación de las personas a las que atendemos. Estamos viendo que sube el precio de la tecnología, la alimentación, los suministros... La inflación desborda las capacidades de las familias con menos ingresos”.
Desde la Fundación FOESSA se realizó un informe sobre el coste de la vida. “Lo que hacemos es elaborar presupuestos teniendo en cuenta los elementos que constituyen una vida digna (alimentación, vivienda, educación, salud…etc.)”. Estos presupuestos se elaboran teniendo en cuenta qué ingresos necesitaría una persona que vive sola, familias monoparentales o una familia de cuatro miembros, y se analiza por provincias”. “Con estos datos nos fijamos en ese 31% que no llega a estos ingresos y analizamos a qué estrategias recurren para solventarlos. Estrategias que pasan por pedir ayudas a entidades sociales, recurrir a amigos o familiares o reducir gastos”, comenta Rodríguez.
Todo nos revela que la pobreza es una realidad cronificada y persistente, los derechos van condicionados a los ingresos.
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