Las emotivas palabras de las Carmelitas Descalzas de Toro hacia Javier Prieto ocho días después de su fallecimiento

La muerte del sacerdote Javier Prieto, de 38 años y natural de Fuentesaúco, de forma repentina hace tan solo unos días y apenas tres meses después de su ordenación ha conmocionado a gran parte de la provincia.

Ahora, ocho días después de su muerte, las Carmelitas Descalzas de Toro han querido abrir su corazón y dedicarle unas emotivas palabras que Zamora24Horas pasa a reproducir íntegramente a continuación:

“Amigo y hermano Javier, hoy 8 días de tu inesperada y pronta partida, resuenan de nuevo en esta Pascua las palabras de Jesús a sus discípulos: “Paz a vosotros, no temáis, soy yo”… Hace poco que celebrábamos juntos, con mucha alegría y acción de gracias al Señor, tu ordenación sacerdotal. Y aunque la paz del Señor está con nosotras, convive a la par con la pena y el dolor por tu ausencia. La despedida de familiares, sacerdotes, amigos, parroquias donde has ejercido tu labor ministerial ha sido impresionante y elocuente de tu vida entre nosotros. Las palabras de despedida de tu padre, en nombre de toda la familia y llenas de gratitud para con todos, para contigo el primero, ¡admirables!

Pero la pena no debe ser mayor que la esperanza. La fe nos dice que ya vives eternamente y que sigues entre nosotros, aunque de manera diferente. Parafraseando a nuestra Madre Santa Teresa creemos que: “ya estás junto a la Hermosura que excede a todas las hermosuras, junto al Ser que no se acaba (…) y en su excesivo amor, amando las hace iguales”. Y un verso de San Juan de la Cruz, nuestro Padre, nos habla de que: “Tras de un amoroso lance y no de esperanza falto, (Javi) volaste tan alto, tan alto que diste a la Caza alcance.”

Con tu marcha, las respuestas a todas esas preguntas que nos hacemos, quizá lleguen o no, pero la principal ha sido tu vida entregada con alegría, con generosidad, con decisión de ser todo para el Señor y para su Iglesia, como buen Pastor de Su rebaño. Esa respuesta, Javi, ese testimonio, ha quedado con nosotros para siempre. Todavía siguen resonando las palabras que dijiste en la vigilia de oración por tu ordenación: “Que todo esto sirva para que reavivemos las cosas, que hagamos cosas, que esto no se quede en una cosa para mí, sino que esto nos anime. Cuando queremos, podemos hacer muchas cosas y muy buenas. Así que hay que comprometerse y tirar para adelante, que podemos hacer mucho, mucho, mucho”. ¡Gracias de corazón!

Como nos recuerda Jesús: “el grano de trigo echado en el surco multiplica su fruto con nueva vida”, nosotros pedimos y esperamos con toda confianza tu intercesión ante el Padre, para que broten nuevas espigas, nuevas vocaciones, en estos resecos y deshabitados campos de Castilla y en toda la Iglesia, pues como bien sabes, la mies es abundante y los obreros pocos y nuestra diócesis se ha quedado muy desesperanzada sin ti. Sabemos que nuestros planes muchas veces no coinciden con los de Dios, pero confiamos en el Dueño de la mies, que no defrauda.

Gracias, porque fuiste compañero de camino en esta parcela de la Iglesia que es Toro y Zamora. Y porque no te vas a olvidar de nosotros. Nosotras tampoco de ti. Descansa en paz".