Era una de las citas más esperadas. La Semana Santa de Zamora llevaba años huérfana de tardes de viernes Santo soleados que permitieran salir a la calle a la Real Cofradía del Santo Entierro, que llevaba más de cinco años sin poder hacer su recorrido completo.

Una de las cofradías más solemnes de nuestra Pasión vistió las calles con el terciopelo negro de sus túnicas bajo un sol de justicia que hizo que el recorrido fuera aún más duro para los más de tres mil hermanos.

Las calles de la ciudad se llenaron de gente que quería contemplar la riqueza artística de esta procesión, que con sus doce grupos escultóricos, es la que más imágenes saca en procesión.

Después del sermón del descendimiento en la Iglesia de San Esteban y de completar la primera parte de su recorrido, los hermanos hicieron estación en la Catedral, donde cientos de familiares y amigos de los cofrades cogieron fuerzas para emprender el camino de regreso al Museo de Semana Santa, donde entró casi a las once de la noche.

 

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