Sí, sin duda es una profesión de riesgo. Primero en el aspecto psicológico, porque desgasta, quema, produce un estrés laboral importante. Y segundo porque las agresiones a los sanitarios se han incrementado en los últimos años de una forma muy importante.
¿Las enfermedades mentales siguen siendo las menos entendidas por la población?
Es evidente que la población no termina de entender las enfermedades mentales. Es un problema de cultura, de ignorancia y también de saber explicar. Cuando uno lee un poco y se da cuenta de que la enfermedad mental es una enfermedad como otra cualquiera, y que lo que tenemos en la cabeza son células nerviosas y no existe ni duendes, ni brujos, pues esos malos entendidos desaparecen. Pero es una labor dura y lenta. Además, por desgracia a la psiquiatría se le ha unido lo sobrenatural y lo espiritual.
¿Es un problema de información?
No es un problema de información sino de tratar a los enfermos mentales como lo que son, enfermos; y no como gente rara, extraña o excéntrica. No son enfermos incurables, la enfermedad mental ya tiene unas tasas de respuestas terapéuticas muy altas, lo que pasa es que hay que tratarlos y dejarse de jugar, como se está haciendo a veces, con terapias psicológicas, terapias de grupo, haciendo musicoterapia, charloterapia, son todo protocolos de buenas intenciones pero muy poco operativos.
¿Es importante la presencia de médicos en medios de comunicación?
Sí. En mi caso, todos los jueves estoy en Espejo Público de Antena 3 para hablar sobre esto. Es una de las labores que los médicos creo que debemos de hacer. Debemos divulgar con seriedad y rigor lo que es la enfermedad. Lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Así evitamos que otros charlatanes, que por desgracia hay muchos en los medios, que venden humo, pues que no lo hagan.
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