Hubo que esperar tres meses para que comenzara la ambiciosa remodelación y modernización del Mercado de Abastos y su entorno. Unas actuaciones que arrancaron el 7 de noviembre del pasado año y que, si todo va bien, se espera que tengan una duración de 18 meses. El comienzo de las obras ha transformado el paraje del emblemático mercado. El punto neurálgico de la compra de productos frescos, carne o pescado se ha trasladado al entorno de la Marina mientras culmina una intervención que se llevaba aclamando durante años.
El ir y venir de zamoranos con sus bolsas llenas de productos ha dado paso al trasiego de los operarios y la maquinaria. El tradicional Mercado de Abastos está blindado por numerosas vallas que impiden el paso a los zamoranos. Y si se habla de obras, hay que mencionar a los hosteleros de los bares y churrerías del entorno, quienes han creado un grupo de WhatsApp para comentar cualquier duda o molestia que tengan con el fin de solventarlas. Muchos de ellos mantienen una actitud pragmática y coinciden en que era una obra necesaria, aunque es normal que genere cierta molestia, como toda actuación que implique ruido.
Aislado por las vallas
Es el caso de Juan Pérez, regente de la cafetería y restaurante Hobby, situado en la misma Plaza del Mercado de Abastos. Su establecimiento ha sido uno de los más damnificados mientras transcurren estas obras, al permanecer aislado, rodeado de vallas de metal. “Estamos encerrados y he notado que viene menos gente en las comidas, los turistas no pasan por aquí”, sostiene Juan, quien regenta su bar desde hace más de tres décadas.
“Veo que trabajan todos los días, no paran. La obra hay que facilitarla para que sea ligera y así la acaben a su tiempo. No podemos ponernos en contra porque la podemos retrasar”, apunta este hostelero, quien también incide en la comunicación continua con el Ayuntamiento. “Me han dado la oportunidad de poner una terraza en verano y poner un cartel en la zona de atrás, pero cuanto antes se haga la obra, mejor”, añade. Y si por algo está molesto Juan, es por los cubos de basura. Con las obras, estos cubos se han desplazado y quedan unos metros más lejos. Las basuras ahora están ancladas a un candado y los hosteleros se ven obligados a cargar con un peso de 30 kilos cuesta abajo.
"Cuanto antes acaben, mejor"
La Churrería Lorenzo es otro de los establecimientos que toca de lleno con las obras. Gema María Martín, una de las propietarias de la tradicional y querida churrería zamorana, admite que las obras han afectado “algo”, aunque no en exceso. “Nos trastoca si se prolongan y deseamos que cuanto antes acabe, mejor”, apunta Gema y añade que “hay que aceptar lo que hay”.
Ese descenso de clientela lo ha notado la Churrería-chocolatería Malú, otra de las grandes reconocidas de la provincia. “Es normal cuando se arregla algo”, apunta Andrés Gonzalo. “El paso de la gente es menor al estar todo vallado. Hay que hacerlo pronto, bien y que no se prolongue. Eso es lo más importante”, señala sobre las obras del Mercado de Abastos.
“Hay quejas porque la acera tiene baches, los agujeros se llenan de agua y alguna señora se cae”, sostiene Andrés. El hostelero agradece que los operarios pasen por su establecimiento para tomar café, pero cuando más se nota ese descenso de clientela es en los puentes y los fines de semana.
Comunicación fluída con el Ayuntamiento
Todas esas reivindicaciones han sido trasladadas al Ayuntamiento de Zamora. El teniente de alcalde, David Gago, ha visitado los establecimientos de la zona para escuchar y recoger cualquier tipo de crítica o demanda.
La remodelación del Mercado de Abastos incluye la peatonalización de la zona. Sobre ello se ha pronunciado Andrés Gonzalo. Cuando el mercado vuelva a abrir sus puertas, los clientes vendrán “con grandes bolsas después de haber comprado un cordero, por ejemplo”, unas bolsas que “pesan”. Por ello, desde la Churrería Malú han instado al Ayuntamiento a facilitar una manera de que aparquen los coches con un tiempo limitado, aunque saben que el asunto es complicado.
Pese a la incomodidad que generan las obras, los hosteleros zamoranos de la zona muestran su resiliencia. Coinciden en que las obras son necesarias para la modernización y el futuro de la zona. La clave está en avanzar sin perder el objetivo de revitalizar un mercado deteriorado, cuya apertura retomará la normalidad y atraerá a más clientes.
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