Javier Gómez Pascual: “Para ser torero hay que parecerlo”

Javier Gómez Pascual: “Para ser torero hay que parecerlo”
Javier Gómez Pascual: “Para ser torero hay que parecerlo”

A sus 42 años, rechaza que le llamen ‘maestro’ y mantiene el nivel con una actitud que siempre se aleja de la pose. Se expresa de un modo directo y hasta lacerante en ocasiones, lo que le ha valido más de una crítica cuando su opinión se ha difundido desde medios nacionales, pero nunca por descortesía sino por llamar pan al pan y vino al vino.

Además de conocer la tauromaquia, tuvo experiencia en política y llegó a ser alcalde de la localidad de Guarrate, si bien ese mandato no llegó a dejarle un poso suficientemente bueno como para repetir. Por lo que se refiere a la notoriedad social, desaprovecha de forma sistemática cualquier oportunidad de salir en los medios por motivos que no estén relacionados con el toreo, lo que ha aumentado todavía más el respeto que genera en todos los frentes.

En plena crisis económica, que ha hecho una mella tremenda en el mundo del toreo, Javier Gómez Pascual lleva tres temporadas al máximo nivel y su presencia es reclamada en las plazas más importantes. Recientemente, ha estado en Francia y torea mañana en Sevilla, para ir después de Madrid, los días 10, 21 y 27, como citas más próximas.

No obstante, sigue haciendo de la humildad su estandarte y comenta con gracia una idea que circula entre los profesionales del sector a la hora de valorar una faena: “¿Qué tal el banderillero? ¿Se notó? ¿No? Pues, entonces, es bueno.

Usted fue el primer alumno de fuera de Salamanca aceptado en la Escuela Taurina de Salamanca.

Sí. Fue en 1989. La Escuela Taurina de Salamanca depende de la Diputación Provincial de Salamanca, subvencionada por ella, y solamente estaban admitidos alumnos de la provincia y de la capital salmantina. Yo nací en Salamanca y estaba estudiando allí pero recuerdo que se requería un empadronamiento de tres o cuatro años y como yo estaba empadronado en Guarrate, porque soy de Guarrate de siempre, tuve que esperar dos años para poder entrar. Conmigo entraron también un chaval francés y otro de Losar de la Vera, de Cáceres. Fuimos los tres primeros alumnos de fuera que entramos en aquel curso.

¿Por qué banderillero?

En el toreo te obligan las circunstancias. Todos los que empezamos con la ilusión de chavales queremos ser figuras del toreo; por lo menos, toreros importantes. Siempre tienes la idea de los grandes coches, de las fincas y del reconocimiento de la gente, aparte del disfrute propio. Pero las circunstancias te van llevando. Empiezas en una fase de becerrista, empiezas siendo alumno, becerrista, novillero sin picadores, novillero con picadores y matador de toros. Ése sería el proceso normal que sigue cualquier torero pero las circunstancias obligan a que, en determinado momento, tengas que desviar tu carrera para seguir en los toros hacia picador o hacia mozo de espadas o, como es mi caso, a banderillero.

Técnicamente, todos son toreros, aunque hay distintas categorías.

Sí, eso es. Somos todos toreros, estamos divididos en siete secciones en el propio registro del Ministerio del Interior. Hay matadores de toros, matadores de novillos, que también pueden ser profesionales; picadores de toros, picadores de novillos, banderilleros de toros y banderilleros de novillos. La de banderillero de toros te permite torear como banderillero en cualquier plaza de España, de Portugal, de Francia y de América, por supuesto, y con cualquier matador.

En su ámbito profesional, se pone el apelativo de ‘maestro’ es a partir de cierta edad, ¿no?

Sí, porque la edad en los toreros, en los banderilleros y, sobre todo, en los picadores, va unida a la experiencia. La experiencia te hace ser más capaz en la profesión, tener más poso, tener mucho más conocimiento y que tú puedas aportar, en cierto modo, como docencia para los que empiezan. A los toreros, quizás más pronto porque los matadores de toros demuestran esa valía antes, con la espada y la muleta.

Alguien que sabe de esto me dijo que muchos matadores querrían tener la forma física que tienen los banderilleros.

La verdad es que la forma física ha evolucionado con el tiempo. Los toreros han tenido que estar muy preparados siempre pero es que ahora mismo, también el mercado lo está demandando porque hay muchísima demanda para la poca oferta que hay. Entonces, estamos luchando por defender nuestros puestos y nuestros huecos, porque hay chavales jóvenes, también banderilleros, que viene arreando, con muy buena forma física y se requiere por tu propia salud y por la salud de tu matador que, al fin y al cabo, es el que manda. Si tú puedes llegar un segundo antes a cuando el toro le ha levantado los pies puedes evitar un percance mayor, así que tienes que estar muy preparado, tanto por tu propio bien como por el bien de tus compañeros.

¿Qué ha buscado en esta profesión?

Yo siempre, partiendo de la discreción, lo que he buscado en la profesión es el reconocimiento, sobre todo el reconocimiento profesional de los compañeros y de los matadores de toros y en esa línea he trabajado siempre. Quizás también por mis propias condiciones en la plaza. Yo creo que, en la plaza, los toreros somos como somos en la calle. El que es discreto también busca la discreción en la plaza y esa es la manera de ser. Los últimos cuatro o cinco años me han resultado muy satisfactorios porque he estado pisando todas las plazas de España, afortunadamente. He ido un montón de veces a Madrid, a Sevilla, a Pamplona, a Bilbao, que son las plazas que de verdad te exigen y a las que es muy difícil acceder y que los matadores confíen en ti para llevarte a estas plazas.

Y en plena crisis. Económica y del propio toreo.

Sí, en plena crisis. Ortega y Gasset escribió que las plazas de toros han sido reflejo de la sociedad y hoy en día lo son. Hoy se nota que la gente va un poquito menos, se ve en algunas plazas y en algunas ferias, y la gente va más crispada también, que es reflejo de lo que estamos viviendo hoy en día.

¿Cuándo fue la última vez que toreó en Cataluña?

Tuve la suerte de poder ir las últimas cuatro o cinco temporadas que se dieron toros. Recuerdo que llegué a torear en Olot, en Tarragona, en Gerona y en la propia Monumental de Barcelona.

¿Cómo están las cosas con la prohibición del toreo por allí?

El tema de Cataluña se veía venir desde hacía algunos años. Se venía a menos. Hubo leyes del Gobierno catalán que prohibían la entrada de menores, que prohibían la instalación de plazas portátiles, solamente permitían dar toros en las plazas de obra… Hubo una serie de medidas que ya nos encaminaron a lo que llegó después. Los dos o tres últimos años quedó única y exclusivamente la Monumental de Barcelona, en la que no se cuidaron mucho los carteles. Se demostró que cuando se daban carteles importantes la gente acudía y que era una feria importante y luego llegaron los políticos y le dieron la puntilla. Es un tema que se utilizó muchísimo. El problema de Cataluña es obvio y los toros también han sido un poco reflejo de lo que está pasando en Cataluña y con sus dirigentes.

¿Tiene algún compañero que pueda hablar como usted, en primera persona, como alcalde de Guarrate, desde la política y desde la tauromaquia?

Ha habido compañeros en alguna institución, hay algún compañero concejal en algún pueblo de Madrid pero no sé si hay alguno que sea alcalde.

Desde 1999 a 2003, fue alcalde de Guarrate. ¿Le sigue picando el gusanillo de la política?

No. Está completamente desechado. Yo creo que no están los tiempos buenos para muchas cosas hoy en día y para los políticos tampoco. Es curioso, pero a mí me habría gustado vivir antes, tanto el tema de la política como el tema de los toros. Me habría gustado haber nacido 20 años antes para haber vivido otra época del toreo, que era mucho más respetada, y haber vivido otra época de la política, que fue mucho más respetada.

¿Cuántos kilómetros hace al año?

Pues yo creo que alrededor de los 100.000, más o menos, de los cuales la mitad, conduciendo, y la otra mitad, afortunadamente, que me llevan o comparto con compañeros. En los viajes tenemos que tener mucho cuidado porque hay desplazamientos a Francia y a Andalucía, muy largos, que hay que hacer. Varias veces he tenido que compaginar, torear de forma consecutiva las ferias de Almería y Bilbao, o Málaga y Bilbao. Hemos toreado en Almería y tener bocadillos metidos en la furgoneta porque no se podía parar para llegar a la hora a Bilbao y hay momentos de esos que hay que compaginar, hay veces que se puede disponer de chófer en la furgoneta y otras veces no y ahí tenemos que tirar cada uno dos horas, más o menos, y hay que estar siempre muy pendiente.

Le habrán dicho muchas veces que tiene mirada de torero.

(Sonríe). No lo sé… Lo que pasa es que ésta es una profesión vocacional. Lo que yo sí que he tenido muy claro siempre es que para ser torero hay que parecerlo. Hay que parecerlo en el físico y en todo. Hay que estar flaco, como decimos nosotros y estar bien preparado en todos los sentidos.

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