Es un camino poco convencional en el que se renuncia a los gozos y las vivencias a las que uno está acostumbrado. Un paso en la vida que supone cambios y que llega después de indagar y discernir en el interior de cada uno. Zamora, una ciudad que respira tradición religiosa y que se implica en sus actos, será testigo de la ordenación sacerdotal en la Catedral de Javier Prieto, de 38 años, quien percibió la llamada de Dios y decidió entregar su vida para seguir el camino del Señor. Dejó atrás su trabajo en la consultora financiera de Madrid para entregarse en cuerpo y alma a la vida religiosa.
Hubo varios momentos en su vida que le animaron a encauzarse en la vida religiosa. En su etapa universitaria participó en la JMJ de Madrid, un encuentro de jóvenes católicos con el Papa. También recuerda con cariño el testimonio del Padre Plácido Isidro de la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva, cuya dedicación le inspiró.
Todos esos momentos dejaron huella en Javier, quien con el paso de los años se replanteó y exploró lo que realmente quería para su futuro. Una inquietud que no podía ignorar. La semilla de la fe brotó con fuerza y fue tomando forma a los 27 años cuando se replanteó seriamente su vida. Fueron momentos guardados en su corazón, pero no fue hasta los 27 años cuando se llegó a replantear seriamente y discernir si la inquietud que sentía era real. “Hablé con otros sacerdotes y, después de un tiempo, decidí dar el paso y entrar al seminario”, relata Javier. “Fue un proceso natural, como cualquier dificultad que uno enfrenta en la vida cotidiana”, apunta, sosteniendo que dejar su trabajo como consultor financiero en la capital no fue algo que surgiera de la nada, sino que fue un proceso de reflexión y discernimiento profundo.

En todo momento, Javier estuvo apoyado por su familia y amigos. Al anunciar su decisión, sus seres queridos le transmitieron su apoyo y comprensión. “Mi familia se sorprendió, no lo esperaban, pero siempre me apoyaron. No fue una idea descabellada para ellos”, comenta. De hecho, amigos de Javier que no estaban implicados con la Iglesia mostraron su curiosidad y respeto.
Después de 9 años en el seminario, estudiando asignaturas como teología o actividad pastoral, Javier Prieto será ordenado sacerdote. En este camino de devoción y reflexión, ha podido contemplar la situación actual de la Iglesia. “Ese pesimismo que se percibe no es tan real, en la iglesia hay muchas cosas buenas que se hacen bien y tengo esperanza.
El reto es anunciar el evangelio”, apunta. Las nuevas generaciones ganan peso, y sobre ello también reflexiona. “No hay un movimiento fuerte, pero sí una inquietud”, asevera. El movimiento JMJ en el que participó Javier hace años sigue latiendo actualmente entre los jóvenes. Unos días en los que se comparte la fe y se ha consolidado como una experiencia espiritual con actividades que refuerzan lazos entre los que asisten a esta cita mundial.

Hoy será un día de celebración para Javier, un paso importante en su vida que le conectará para siempre con el Señor. Y sin duda, si tiene que decir lo que más le motiva para seguir adelante en su vocación, es la de “establecer un diálogo” con los fieles, ser cercano y ayudar a aquellos que “han perdido el contacto con Dios”. “Es una forma de acercarme a las personas y ayudarles a redescubrir la fe”, concluye.
El de hoy será un paso más en su misión de acercarse a Dios, transmitir su palabra y entregar la vida por una vocación que comenzó con una inquietud profunda, fue tomando forma y que marcará el camino de la vida de Javier Prieto. Para celebrarlo, su primera eucaristía será en Fuentesaúco, su pueblo natal.
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