Justo Vicente: el mártir zamorano de Almagro
La hermana del religioso zamorano, natural de Villanázar, pudo vivir en Sevilla la beatificación del represaliado
Justo Vicente Martínez, fue un joven zamorano asesinado durante la Guerra Civil junto a varios otros miembros de los Dominicos entre los que se encontraban otros dos zamoranos en Almagro: José Prieto Fuentes y Manuel Santiago Santiago. Justo Vicente, uno de los mártires de Almagro, fue beatificado el pasado fin de semana en la Catedral de Sevilla, ciudad donde se veneran sus restos. Hasta allí acudió la hermana del religioso de Villanázar para vivir un emocionante momento.
La Orden de Predicadores, los dominicos, cuentan desde el pasado sábado con 27 nuevos intercesores en los altares, entre los que se encuentra el zamorano Justo Vicente Martínez, mártires de la persecución religiosa en la España de los años treinta del siglo pasado, que han sido declarados beatos en el curso de una ceremonia que se ha celebrado en la Catedral de Sevilla y que ha presidido el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.
De esta manera, los dominicos, una institución de más de ocho siglos de historia, aumenta su presencia en el santoral de la Iglesia Católica con unos referentes de perdón y reconciliación en momentos límite.
“Vivir como cristiano puede ser una cosa mal vista”
En su homilía, el prefecto de la Congregación para Causa de los Santos, ha destacado que estos mártires fueron “personas humanamente muy diversas, con sus caracteres e historias personales”, pero a las que les unía el carisma dominico. Se ha detenido especialmente en el caso de la religiosa beatificada esta mañana, sor Ascensión de San José, que fue martirizada hasta la muerte al negarse al pisar el crucifijo, y ha destacado la radicalidad de la fidelidad al Evangelio de los nuevos beatos hasta el último momento. El cardenal Semeraro ha afirmado que “estos cristianos hacen plantearse a quienes contemplan sus vidas interrogantes irresistibles ¿Por qué son así? ¿Qué es eso que los inspiran? ¿Por qué están con nosotros? Ese testimonio constituye de por sí–ha añadido- una proclamación silenciosa, pero a la vez clara y eficaz de la Buena Nueva”.
“Las persecuciones no son solo una realidad del pasado”
Aludiendo al papa Francisco, el cardenal ha recordado que “el Señor no nos manda a una situación cómoda y fácil, nos lo recuerdan nuestros mártires. Vivir como cristiano puede ser una cosa mal vista, sospechosa, ridiculizada, y las persecuciones no son solo una realidad del pasado, hoy también la sufrimos”, ha subrayado. La presentación de los mártires ha corrido a cargo del arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, y el postulador general de los Santos de la Orden de los Dominicos. Entre los participantes en esta ceremonia destacan el arzobispo de Burgos; los obispos de Almería, Canarias, Guadix, León, Palencia y el auxiliar de Madrid; el maestro general de la Orden de Predicadores; el prior provincial de los dominicos de la Provincia de Hispania y el presidente de CONFER España.
Los mártires de Almagro
A principios de julio de 1936, la mitad de los miembros de la comunidad de Almagro, se habían marchado para pasar vacaciones en otros conventos. En el convento quedaron varios estudiantes, hermanos cooperadores y padres. El 21 de julio, tres días después del inicio de la guerra, varios miembros del Ateneo Libertarlo prenden fuego a la Iglesia de Madre de Dios, lo cual pueden observar desde el convento los frailes. Varios de ellos acuden a tratar de apagarlo, pero los exaltados les echan de allí con desprecio. El alcalde, Daniel García Pozo, les visita para indicarles la conveniencia de que salgan del pueblo. Por la noche, varios hombres registran el convento en busca de armas.
Al día siguiente se reúnen para tomar café en honor a Santa Magdalena, patrona de la Orden. En el ánimo de todos se encontraba la idea de que se estaba desatando una persecución terrible contra sacerdotes y religiosos. Ese mismo día se presentan algunos extremistas para preguntarles cuántos eran y dónde se encontraban los que faltaban. Ante la actitud de los frailes, les amenazan con quemar el convento con ellos dentro esa misma noche. Por un lado los miembros del Ateneo Libertario tenían claro cuál debía ser el destino de los frailes, a quienes consideraban peligrosos. Por otro lado, el alcalde, Daniel García, aspiraba a que, al menos, la eliminación de los frailes no tuviese lugar en su radio jurisdiccional. Desde ese momento el alcalde se presenta en el convento varias veces e insiste que desalojen el convento. Les dice que les puede ofrecer salvoconductos para salir del pueblo. El 24 de julio el alcalde, con malas maneras, les ordena terminantemente que abandonen el convento. El padre Marina reúne a la exigua comunidad y distribuye las Sagradas Formas entre todos. Emoción y lágrimas.
El 30 de julio el alcalde comienza a expedirles salvoconductos para que, paulatina e inadvertidamente, fueran desalojando el pueblo. Pero los del Ateneo no se cruzaron de brazos. En el mismo tren que llevaba con destino a Ciudad Real a los tres primeros "liberados" subieron también unos jóvenes afiliados al Ateneo Libertario, que, en la estación de Miguelturra, llamaron la atención de los milicianos de guardia sobre la sospechosa expedición. Los bajan, los sitúan entre las vías a conveniente distancia para el tiro, y los matan despiadadamente. Una escena parecida se repite, casi con pelos y señales, en la estación de Manzanares (Ciudad Real). Fueron detenidos por uno de los factores ferroviarios de Madrid, en Manzanares, en un tren procedente de Almagro, el 3 de agosto de 1936, siendo conducidos a la cárcel de Manzanares, permaneciendo en una de sus celdas privados de toda luz, en estado insalubre. Cinco días después fueron conducidos a las tapias del cementerio y fusilados. Familiares que recogieron tempranamente datos añadieron una nota de brutal ensañamiento para con ellos, al afirmar que «fueron castrados por una mujer».
Justo Vicente Martínez, profeso estudiante
Nació en Villanázar, diócesis de Astorga y provincia de Zamora, hijo de Evaristo y Felipa, el 17 de octubre de 1913; bautizado el 19. Recibió la confirmación en Mózar el 25 de mayo de 1926. Estudió un tiempo en la preceptoría de la «Virgen del Campo», en el pueblo de Rosinos de Vidriales (Zamora). El 18 de octubre de 1928 se encontraba ya en la escuela apostólica de Almagro. Por medio de una frecuente correspondencia, que mantuvo con sus padres y hermanos, se advierte en él un progreso en la consolidación de la vocación religiosa, que le llevó a vestir con gran alegría el hábito, el 30 de septiembre de 1930. Se mostraba dispuesto a hacer la profesión para el mes de octubre de 1931. Profesó el 10 de enero de 1932. Renovó su profesión el 10 de enero de 1935, hasta cumplir con el servicio militar.
Hizo la profesión solemne el 30 de abril de 1936. Durante el noviciado vivió con serena preocupación la proclamación de la Segunda República Española y, especialmente, la persecución religiosa desatada en algunos lugares en el mes de mayo de 1931. Realizó cinco cursos académicos en Almagro, el último de los cuales fue el de 1935-1936. Murió asesinado, a los 22 años, en Miguelturra (Ciudad Real), el 30 de julio de 1936. Sus reliquias se veneran en Sevilla.
Manuel Santiago Santiago
Nació el 6 de octubre de 1916 en Donado (Sanabria, Zamora) y fue bautizado el día 11 en el santuario de la Peregrina, siendo el primer bautizado en dicho santuario. Estudió las primeras letras en la escuela del pueblo y latín y humanidades en la preceptoría del santuario de Ntra. Sra. de Rosinos de Vidriales. Ingresó en el noviciado de Almagro (Ciudad Real) y recibió su profesión del Maestro de la Orden, P. Gillet, el 7 de octubre de 1934, y comenzó los estudios filosóficos. Cuando se presentía la persecución religiosa de 1936 viajó su padre a Almagro para proponerle regresar temporalmente a casa, pero contestó con entereza que prefería seguir en la Orden y correr la suerte que Dios le tuviese preparada. Tenía un carácter noble y sencillo, muy agradable y caritativo, tímido, inclinado a una piedad, delgadito y muy moreno.
Tras el cierre del convento y reunión en una casa de Almagro, fue llevado a Madrid con fray José Delgado y fray Francisco Fernández Escosura, también comprendidos en esta Causa, y siguió la misma suerte que ellos en la cárcel Modelo. El 16 de noviembre lo trasladaron con fray Francisco Fernández Escosura a la cárcel de Ventas, donde sufrió grandes penalidades y reiteradas propuestas de matrimonio y buen empleo si renunciaban a su profesión religiosa. Su negativa fue rotunda, aunque sabía que significaba su condena a muerte. Los sacaron, atados el uno al otro, el 3 de diciembre de 1936; iban tranquilos y dispuestos a ser fieles a Dios hasta el martirio, que tuvo lugar aquel mismo día, muy probablemente en Paracuellos de Jarama (Madrid). Tenía 20 años.
José Prieto Fuentes
Nació en Valleluengo, provincia de Zamora y diócesis de Astorga, el 14 de mayo de 1913, bautizado el 18, confirmado en el santuario de Ntra. Sra. de la Carballeda el 5 de mayo de 1916; estudió las primeras letras en la escuela del pueblo y, después, en las escuelas apostólicas de Corias (Asturias) y Almagro (Ciudad Real); profesó en esta última población en 1929 y comenzó los estudios de filosofía y teología; en 1931 a raíz de la persecución religiosa iniciada al comienzo de la segunda República fue enviado como los demás estudiantes a sus casas; en el pueblo mostró fortaleza en la defensa y difusión de la fe. Vuelto al convento a seguir los cursos tuvo que interrumpir en 1934 para cumplir con el servicio militar; tenía dotes especiales para la música y la predicación, estaba destinado a hacer el doctorado en filosofía; de carácter agradable, jovial, optimista, abierto, apacible, bondadoso, sencillo, humilde y muy trabajador.
Era estudiante de teología cuando el 22 de julio de 1936 pusieron fuego a la iglesia parroquial de la Madre de Dios de Almagro. fray José fue uno de los que se presentó a apagar el incendio, pero no se lo permitieron los profanadores; el 24 de julio el alcalde ordenó que abandonasen el edificio conventual, el 25 los llevaron a todos a un edificio situado enfrente de la iglesia quemada, con centinela a la puerta; allí estuvo toda la comunidad hasta el 14 de agosto llevando vida conventual, aunque a algunos los permitieron salir con falso salvoconducto y los sacrificaron en Miguelturra y Manzanares (Ciudad Real); la mayoría de los mártires dominicos de Almagro figura en otra Causa.
A fray José Prieto lo dejaron a parte, en consideración a que tenía allí un hermano de doce años, alumno de la escuela apostólica; llevaron a un grupo a Madrid a la dirección general de seguridad; nuestro mártir, junto con los tres estudiantes que anteceden en la presente Causa, fueron llevados el 15 de agosto a la cárcel Modelo donde se encontraron con otros dominicos, con los que podían rezar y hablar de cosas edificantes, dispuestos y resignados a la voluntad de Dios; un ex condiscípulo se presentó para gestionar su libertad si renegaban de su condición, pero ninguno aceptó semejante propuesta. Fray José, trasladado a la cárcel de San Antón el 16 de noviembre, fue ejecutado en Paracuellos del Jarama (Madrid) el 28 de noviembre, entre otros con Fray Juan Herrero Arroyo.
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