El mal uso de la espada deja sin puertas grandes la corrida de toros del año

 El mal uso de la espada deja sin puertas grandes la corrida de toros del año
El mal uso de la espada deja sin puertas grandes la corrida de toros del año

El cartel era de lujo y el ambiente, de excepción. Los amantes de los toros por fin veían llegar el día que llevaban esperando durante muchos años. Morante, Perera y Talavante configuraban uno de los carteles más extraordinarios que puede haber hoy en día en el mundo del toro. Por eso, la expectación generada entre los amantes de la fiesta era tremenda. Una expectación que desgraciadamente no se pudo traducir en lo que todo amante del toreo pretende, una fiesta perfecta. Y es que en este caso, al contrario de lo que ocurría el sábado, la puerta grande de la Plaza de Toros de Zamora no se abrió para dejar pasar a ningún torero triunfante.

El primero en saltar al ruedo fue Morante. El de Puebla del Río se encontró de primeras con un mal astado. En general, los toros de la ganadería Puerto de San Lorenzo dejaron mucho que desear entre los entendidos, distando mucho de los toros que el respetable pudo ver veinticuatro horas antes en la misma plaza. Morante salvó como pudo el primer toro de su lote y se desquitó con el segundo. El sevillano estuvo más brillante en el segundo toro con series de mucho mérito con la muleta. Eso, unido a una estocada de manual, le valieron para conseguir un trofeo.

Tras Morante saltaba al albero el extremeño Perera. En el primero de su lote estuvo cómodo, se mostró firme con el capote y fue capaz de unir series interminables con la muleta. Su faena llevaba camino de una e incluso dos orejas, pero una nefasta ejecución con los aceros le dejó en una ovación. Mientras, en el segundo de la tarde, ocurrió algo similar. Aunque en este caso, el toro fue de más a menos, lo que provocó que la faena, que prometía, se quedase en una faena intrascendente. Pero esta vez, fue capaz de asestar una estocada mortal al primer intento y la afición le premió con otro trofeo.

Por último, Talavante fue el único torero que se marchó con las manos vacías, pero probablemente fue el que más sensaciones transmitió al respetable. Talavante demostró estar en un momento de forma sensacional y ya desde los primeros capotazos dejó patente su tremendo arte. El extremeño  logró enganchar con el público y con los dos toros de su lote. Las dos faenas apuntaban a dos orejas en cada una de ellas, pero su inexplicable falta de acierto a la hora de entrar a matar enfrió los ánimos y le dejó con ovaciones y sin ningún trofeo.

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