Se imparte en numerosos gimnasios, academias y congresos, se pone en práctica en bares y discotecas, dinamiza cualquier tipo de evento y levanta el ánimo de todo aquel que lo practica. Desde hace años la salsa constituye un fenómeno social que progresivamente va ganando terreno frente al baile tradicional, tan consolidado en la provincia. En este sentido, Salsa Zamora o Salsón son algunos de los colectivos fundados que forman parte del registro de asociaciones de la ciudad, donde desde hace años se suceden congresos de baile como ‘La que se va a liar’, que celebrará su cuarta edición a principios de abril reuniendo a cientos de participantes de toda Castilla y León. 

Asimismo, escuelas de baile como Salsón o Escena cada vez toman más protagonismo en los grandes eventos y festividades de la ciudad como San Pedro, el programa de Verano Joven, las fiestas en honor a la Concha, diferentes desfiles navideños y eventos de diversa índole. El hecho de que los jóvenes David y María se alzaran con el primer puesto en el World Salsa Master y con el tercero en el Salsa Open en 2013, espoleó la práctica de la bailes latinos y en concreto, el de la salsa. 

Frente a la popularización de nuevos géneros, como la zumba y la kizomba, la salsa de origen caribeño sigue siendo una de las modalidades más demandadas, no sólo por el ejercicio físico que conlleva sino también por el carácter sociocultural que implica. Una tendencia “fácil de explicar” por los principales instructores de este género que ya desborda las academias y demanda más protagonismo y espacio en la ciudad. 

Quizá una de las claves para entender el origen de este fenómeno sea la aportada por el profesor Óscar Sosa. En 1997, este veterinario cubano dejó la isla para trasladarse a Zamora, donde comenzó a dar clases de salsa de forma casual a petición de un amigo. Emigrantes zamoranos con “morriña” que habían residido una temporada en Cuba, o que simplemente habían ido de viaje a la cuna del son, se unieron a los talleres y poco a poco se fue creando una gran afición debido al estrecho vínculo que siempre ha mantenido Zamora con Cuba a lo largo de la historia. 

Óscar pasó a impartir sus clases en el antiguo Bamboleo, situado en la calle Juan II, y más tarde fundó la asociación Salsa Zamora pese a que él mismo no se considera bailarín: “Yo no soy un bailarín, yo era un bailador sin formación que simplemente conocía el baile callejero”, afirma. Desde entonces no ha parado de dar clases y asegura haber visto de todo: “he tenido alumnos que ahora son profesores de salsa y alumnos que se conocieron bailando y ahora tienen dos niños”, comenta entre risas. Ganas de pasarlo bien y "unos zapatos que no deslicen" son los únicos requisitos para asistir a los talleres que ahora imparte en el Sayagués y en las que “no es necesario hacer mil figuras y florituras difíciles” porque “la esencia de la salsa es la alegría”, otro de los motivos de su éxito. 

Por su parte, Carmen (más conocida como Miranda), lleva 22 años dando clase y en torno al año 2000 fundó la asociación homónima de su escuela: Salsón. Ubicada actualmente en la plaza La Puebla, la academia cuenta con centenares de inscritos y una gran cantera con pequeños desde los tres años en la modalidad de zumba. Además, colabora con la asociación vecinal de San José Obrero, en la que los jubilados de setenta y ochenta años también se animan con los bailes latinos, prueba de que este género musical no tiene edad: “Todo el mundo puede aprender a bailar poniendo empeño y perdiendo la vergüenza”, señala. Además de los beneficios físicos, la presidenta destaca el carácter social de este tipo de danzas: “es otro ambiente, haces amigos, encuentras pareja y siempre tiene con quién salir a bailar”, comenta. Pese a que su debilidad es la salsa puertorriqueña, en la escuela se imparten “desde la salsa cubana, en línea o de casino hasta la de Nueva York” y se abarcan todos los géneros: bachata, merengue o chachachá aunque reconoce que lo que más triunfa es la salsa, la zumba ‘kids’ para los más pequeños y la kizomba, cuya clase conforma la más numerosa de todas. 

Del mismo modo, hace apenas dos años los jóvenes David y María inauguraron la escuela de baile Escena motivados por su reconocimiento encima de los escenarios a nivel mundial. En la actualidad, su oferta formativa se ha ampliado con el respaldo del público e incluye clases de moderno, zumba, funky o flamenco con centenares de inscritos. Aparte de la enseñanza diaria en sus instalaciones, los alumnos se reúnen cada viernes en una pequeña fiesta en el London Club para poner en práctica lo aprendido durante la semana, hacer ruedas cubanas y socializarse, “que al final es lo que les engancha”, explica David. 

Durante el primer año de iniciación en Escena, los alumnos aprenden la salsa cubana y ya en el segundo curso se instruyen en la salsa en línea, “más complicada, pero también mucho más elegante y rica en pasos que además es la que se suele bailar en los congresos”, justifica el joven bailarín de Torres del Carrizal. Aunque reconoce que la afición es buena en la provincia, lamenta la falta de educación musical en general ya que “de mayor cuesta acostumbrar al oído y entrar al tiempo de la música”, lo que supone una de las principales dificultades del baile para poder dejarse llevar. 

Sostiene que “hay muchos estilos de salsa y cada uno tiene una forma de entenderla pero lo que está claro es que es una forma de vida que generalmente empieza como una afición. La salsa tiene algo especial porque la puedes llevar fuera de la escuela a las discotecas o a cualquier parte. Por ejemplo, tú te vas de viaje a Estados Unidos y bailas con gente allí, quizá no sepas hablar inglés, pero te estás entendiendo con esa persona a través del baile”. Aunque la afición entre la sociedad zamorana ya está creada, según David falta trasladarla a más locales y discotecas de la ciudad: “Aunque confiamos es otra afición que poco a poco se va a ir creando, necesitamos que apuesten por los bailes latinos”, sentencia.

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