Si el turista en cuestión continúa ascendiendo por la rampa podrá comprobar cómo alguien decidió que sería adecuado dibujar un órgano sexual masculino sobre la piedra de la muralla. Concretamente, en color azul cielo. Más cerca de San Cipriano, en la zona del mirador y en la Plaza Claudio Moyano, las pintadas adquieren un mayor nivel de abstracción: Garabatos, números sin sentido aparente y trazos irregulares, que parecen buscar alguna forma de animal, constituyen el paisaje.
Ya dentro de la Rúa de los Francos, la limpieza de las fachadas es mayor. No se puede decir lo mismo de las calles anexas. Incluso, la contaminación visual es patente en la parte de atrás de la iglesia de San Ildefonso. Una de las puertas ha sido escogida como improvisado libro de firmas y contiene la marca de varias personas. Algunas son ilegibles, otras, como la que se refiere a una "reina" con una corona por encima de la 'a' son más evidentes.
Quizá, la parte que se encuentra en un estado más deplorable es la zona del mirador del Troncoso. Allí, apenas queda piedra o baldosa que escape al rotulador o al spray: "Natalia, yo tmb te kiero muxo", puede leer uno mientras observa el Puente de Piedra entre la niebla. La calle que conduce al turista hacia la Catedral también aparece 'decorada' con diferentes símbolos. Muchos de ellos de contenido político.
Más simples son las pintadas de los jardines del Castillo o de la Rúa de los Notarios. Nada que ver con las que se pueden ver en la parte de atrás de la iglesia de San Esteban o, incluso, en pleno Puente de Piedra. También en el entorno de Santiago el Burgo. Pocos lugares turísticos escapan a esta contaminación visual, que apenas afecta a los edificios representativos, donde la limpieza es más efectiva, pero que sí afea su entorno y genera una imagen poco relacionada con el esbelto románico que atrae a los visitantes a la ciudad.
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