Y es que la antigüedad del vehículo supone un factor de riesgo al carecer éste de los sistemas y equipamientos de seguridad implantados recientemente, además de los problemas derivados de su uso.
La antigüedad media del parque de turismo ha aumentado en 1,6 años en el periodo 2011-2018. Por ello, el riesgo de fallecer o resultar grave se multiplica por dos al comparar los accidentes ocurridos con vehículos de 10 a 15 años de antigüedad en relación con vehículos de menos de 5.
Un adecuado mantenimiento y puesta a punto de los principales elementos de seguridad del vehículo, es decir, neumáticos, frenos, luces y señalización, es imprescindible para combatir la siniestralidad.
Además de las comprobaciones habituales que realizan los agentes de las condiciones de seguridad de los vehículos, como son los neumáticos, las luces o modificaciones de la dirección u otras no autorizadas, también revisarán la carrocería de los mismos, incidiendo especialmente en las condiciones de las lunas, espejos retrovisores, placas de matrícula, enganches para remolques, tuneados y cualquier otra reforma que pueda incidir en la seguridad de los mismos o no haya sido autorizada.