Ante los graves incendios que está sufriendo todo el territorio peninsular y en especial la provincia de Zamora, esta plataforma reclama que se tomen medidas de manera urgente para aumentar los recursos de extinción, al tiempo que pide que se abra el debate sobre la idoneidad de una replantación basada en coníferas.
Para Zamora Viva, los pinos son una especie alóctona en gran parte de la provincia y constituyen, a día de hoy, el principal riesgo para la propagación de grandes incendios, dentro del contexto que vivimos de rápido empeoramiento de la crisis climática.
Las plantaciones de pinos a muy poca distancia entre los ejemplares se realizaron en su día con el fin de colonizar los terrenos, exterminando el sotobosque y en consecuencia también muchas otras formas de vida a ras de suelo, y basta darse un paseo por los pinares que no se han quemado para comprobar que, en realidad son fábricas de madera con una pobre biodiversidad. Pero esta fábrica no puede seguir alimentado los desastres medioambientales y es preciso cuestionarse la sustitución de estas especies por otras autóctonas más resistentes a las constantes y cada vez más duraderas olas de calor.
Por contra, Zamora Viva considera que no está justificada la urgencia de la propuesta de Orden de la Consejería de Medio Ambiente, por la que se facilita la extracción de la madera quemada en la zona afectada por el incendio en la Sierra de la Culebra, y tiene la impresión de que esta urgencia obedece a un plan por conformar económicamente, y lo más rápido posible, a los afectados en la zona. Una urgencia que no ha estado ni está en las necesarias tareas de limpieza de las plantaciones de pinos, que a día de hoy siguen llenas de material combustible. Zamora Viva ha presentado recurso de reposición a la Orden y lo ha fundamentado en la inexistencia de un estudio de valoración medioambiental de los montes afectados por el incendio, a menos que este no sea público.
En el recurso de reposición se advierte de que también existen beneficios para el monte cuando se mantiene la madera quemada durante un periodo de tiempo prudencial, gracias a los aportes de nutrientes al suelo, y que la fauna se encontraría muy vulnerable frente a una nueva intervención humana en el medio.
Así mismo, la plataforma recuerda la capacidad de los bosques de caducifolias para regenerarse, y que esto no ocurre inmediatamente sino que hay que esperar un tiempo suficiente para conocer la afección del fuego en cada uno de los árboles, y si estos rebrotarán desde el tronco o desde el suelo, y cuándo. En esta dirección, no es congruente que la extracción se vaya a realizar siguiendo el orden contrario al natural, es decir: permitiendo la corta a matarrasa de los ejemplares no marcados, y exige que el procedimiento sea el de marcar los que se deben cortar, para evitar así un aprovechamiento irregular o fraudulento de los recursos.
Por último, la plataforma recuerda que el propio Plan Forestal vigente de la JCyL, en su apartado de Recuperación de la cubierta vegetal, reclama una revalorización de las masas de especies autóctonas y “considera prioritario recuperar parte de su dominio original y fomentar la permanencia de estas masas”, de lo cual se deduce que una nueva apuesta de los pinares no está avalada ni siquiera por la propia JCyL, pudiendo obedecer exclusivamente a intereses económicos. Además, pone en duda que especies que no se adaptan al terreno sean realmente rentables y no una ruina a medio plazo. Solo hay que ver el ciclo tan rápido de los incendios y el lento crecimiento de las plantaciones.
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