Simplemente es necesario un paseo por la ciudad para ser conscientes del elevado número de animales de compañía existentes en Zamora, 4.523 según datos de la Consejería de Agricultura en su última actualización, de enero de 2022, unos 9.000 según fuentes municipales, cifras estas referidas exclusivamente a los perros, puesto que solo los propietarios de estos animales tienen la obligación de censar a sus mascotas, abonar el impuesto municipal de nueve euros y de mantener un calendario de vacunación. Por tanto, son desconocidas las cifras de otros animales de compañía, como gatos, hurones, etc., que también habitan en nuestra ciudad, ya que su registro y vacunación es de carácter voluntario.
!¿Pero qué sucede con estos animales cuando fallecen? Una respuesta obvia, Zamora no ofrece ninguna solución", esgrimen desde Unión del Pueblo Leonés.
Para muchas familias zamoranas la muerte de su animal de compañía supone, a parte del shock emocional de la pérdida de un compañero con el que han compartido muchos años, un episodio traumático por las dificultades a la hora de qué hacer con el cuerpo de su mascota y cumplir la obligación legal de cremación o enterramiento en lugar autorizado.
Aquellos que optan por la incineración se ven obligados a desplazarse fuera de la provincia por carecer ésta de un servicio tan básico como el referido, incrementando aún más el ya de por si elevado coste de la cremación, encontrándose a posteriori con una caja de cartón conteniendo las cenizas del animal, sin posibilidad de darles un destino digno. Otros, por desconocimiento de sus obligaciones legales, o por falta de opciones cercanas, eligen otras fórmulas para deshacerse de los cadáveres, mucho menos salubres para la ciudadanía.
Desde UPL recuerdan que las competencias en materia de cementerios, actividades funerarias y protección de la salubridad pública son propias del municipio, tal y como establece en su artículo 25 la Ley reguladora de las Bases del Régimen Local, y por tanto, es desde el Ayuntamiento desde donde debe partir la solución a este problema que afecta a todos los zamoranos, propietarios de animales de compañía o no.
Ante esta realidad diaria no es ético actuar como si esto no sucediese, negando la evidencia, y al igual que para los animales de granja si existen servicios para garantizar la salubridad del medio, se hace necesario en la sociedad actual dar una solución razonable en el caso de los animales de compañía: cementerio, crematorio, parcelas, etc.. servicio que no tiene por qué ser deficitario para las arcas municipales, como no lo es otro tipo de cementerios, y que cubriría, por una parte, esa necesidad social de los propietarios para con sus mascotas, y por otra contribuiría a una mayor salubridad de la ciudad al disponer de un sistema controlado de los cadáveres de esos animales, a parte, por supuesto, de dar cumplimiento al artículo 10 de la Ley 5/1997, de 24 de abril, de protección de los animales de compañía (BOCYL 81, de 30 de abril), que textualmente ordena: (Los Ayuntamientos) “habilitarán lugares destinados a enterrar animales muertos o sistemas para la destrucción de cadáveres”, algo inexistente en Zamora pese a llevar en vigor la mencionada ley más de 25 años.
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