Ricardo Rivero ha renunciado como decano de la Facultad de Derecho. El que seguirá siendo profesor pone fin a cinco años de mandato, tras ser elegido por primera vez hace justo 5 años y reelegido el pasado año. Lo hace para poder centrarse así en su candidatura al Rectorado.
El profesor de Derecho Administrativo quiso agradecer al equipo de gobierno que le ha acompañado durante todo este tiempo, así como a los trabajadores y profesores de la Facultad, al igual que a los representantes de estudiantes por depositar su confianza en él.
Así, decide abandonar su puesto una vez concluido el curso académico y planificado el próximo curso en la última Junta de Facultad, por lo que todas sus tareas en la Facultad están realizadas. Su puesto lo ocupará el vicedecano de Docencia, Fernando Carbajo, hasta que el Rector tome las decisiones que están previstas en los Estatutos de la Universidad de Salamanca.
Rivero, que dentro de la comunidad universitaria ha percibido "muchísimas ganas de cambio" cree que ahora es momento de comenzar otro proyecto con el objeto de “mejorar la Universidad de Salamanca”, y deja el cargo porque, en su opinión, le resultaba imposible compaginar su puesto como gestor de la Facultad de Derecho con liderar la candidatura al Rectorado.
Ricardo Rivero ha asegurado que el proyecto de futuro para la Universidad de Salamanca que propone le impide simultanear todas las obligaciones docentes e investigadores que ha mantenido y mantendrá, por lo que ha decidido centrarse en su objetivo principal “por coherencia”.
Por ello, a partir de ahora buscará conocer, estudiar y atender todas las necesidades de las personas que forman la Universidad de Salamanca, diseñando un proyecto que sea convincente. Además, el hasta ahora decano ha opinado que “hay que evitar que la posición de gestión que uno ocupa en cada momento pueda contaminar otras aspiraciones”. Ese es otro de los motivos por lo que deja su puesto, ya que no quiere que su condición de Decano de la Facultad de Derecho “pudiera, en ningún caso, confundirse” con sus aspiraciones rectorales.
Así, por “higiene democrática”, como él mismo ha asegurado, se presenta ante la comunidad universitaria simplemente como profesor y sin ningún tipo de cargo o de consideración especial y sin tomar decisiones en presupuestos, con sus recursos personales y sin “ningún apoyo de un aparato de la organización o la institución universitaria”. Ricardo Rivero cree que desde esa posición de profesor, que es la posición que ocupa “la mayoría de las personas de la Universidad”, se puede construir una Universidad mejor.
Además, ha manifestado que debe ser la comunidad universitaria quien valore si es posible compaginar una función con responsabilidades dentro de la Universidad y liderar una candidatura al Rectorado, al igual que será la propia comunidad quién decida “si es correcto hacerlo”, aunque en su opinión cree que ni es posible ni correcto, por lo que toma esta decisión.
El aspirante a Rector cree que debe de haber muchas propuestas para construir una Universidad mejor, y que sería "lamentable que no hubiera muchas propuestas o que todas vinieran del mismo sitio, del Rectorado". Así, ha pedido que haya un gran debate y debates en las próximas elecciones para que se puedan comparar las propuestas.
Ricardo Rivero quiso destacar que estos últimos cinco años han sido “los cinco años académicos más felices” de su vida, en los que ha invertido “miles de hora de trabajo” en la Facultad y se ha encontrado con grandes desafíos, como la integración del Grado de Criminología, mantener la oferta de másteres, la ampliación del edificio o la presión del ajuste, entre otros muchos.
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