Todos los Santos, un viaje al luto que regresa cada año: “El duelo es una transición. Cada persona lo vive de manera única"

La psicóloga María Luisa Gómez analiza este proceso y aporta algunas pautas para ayudar a sobrellevarlo

Cementerio de San Atilano en Zamora
Cementerio de San Atilano en Zamora

La muerte de un ser querido marca un antes y un después en la vida de quien se enfrenta a ello. Cada persona vive el duelo de una forma única, pero el dolor, la tristeza y la nostalgia por los momentos que ya no volverán son emociones que suelen acompañar ese adiós definitivo.

Para comprender mejor cómo se transita por ese proceso y qué puede ayudar a sobrellevarlo, la psicóloga María Luisa Gómez, desde su consulta en Zamora, comparte su mirada sobre el duelo y las distintas etapas en este Día de Todos los Santos en el que cualquiera piensa con más atención en los que ya no están.

“El duelo es transición, nada más. Con la muerte de un ser querido, mi vida va a cambiar, pero debo ser consciente de que eso no va a impedir que mi vida vaya evolucionando”, comienza Gómez, quien recalca la importancia de comprender que cada persona vive su duelo de una manera única y personal.

Dar tiempo al duelo

En teoría, existen cinco etapas para este doloroso proceso basadas en la teoría de Kübler-Ross. Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Cinco estados o situaciones que conforman un todo. Pero no es tan ordenado como pudiera parecer.

“Muchas veces se puede ir de atrás para adelante, no es un proceso lineal. Podemos estar en un proceso de aceptación y al mes tener otra vez una ira increíble y pensar que es un mal duelo o que no se va a pasar. Y no es así. A veces hay que darle más tiempo al duelo”, expone la experta.

También puede suceder —y, de hecho, es bastante probable— que las personas no atraviesen todas esas fases del duelo. María Luisa recomienda para estos casos no juzgar: “Este no ha pasado por la negación, o este otro ha aceptado antes la muerte… eso no significa que no le importe o no le duela esa pérdida”.

Otro aspecto a destacar es la personalidad de cada individuo. Una persona vitalista que se enfrenta a los problemas con cierto optimismo buscará explicaciones positivas para ese duelo que atraviesa: “Puede pensar en que el fallecido dejó de sufrir o en todas las cosas buenas que dejó por el camino, dejando apartado aquello que pudo haber sido y no fue”, explica la psicóloga.

Las creencias o valores de aquel que pasa por su duelo también son relevantes, independientemente de aquello en lo que creas. Apunta María Luisa Gómez que suele ayudar y reconfortar el pensar en que el ser querido fallecido sigue cerca, aunque no sea físicamente o que se pueda reencontrar con él en algún momento.

Pero, sin duda, lo más decisivo a la hora de afrontar un duelo —más allá de todos los factores anteriores— son dos claves: la causa de ese fallecimiento y la edad de la persona. “No es lo mismo que un hijo pierda a su padre de 90 años que unos padres que pierden a un hijo. Esto último no es natural. También cambian las cosas cuando la muerte sucede por una enfermedad larga o un accidente repentino”.

Lo habitual es que unos acontecimientos causen más dolor e impacto que otros. Gómez añade que, en casos en los que un familiar sufre una larga enfermedad cuyo final se da por supuesto, el duelo se puede producir en vida del enfermo y la muerte ya está aceptada una vez se produce.

El apoyo del círculo cercano

Con todas las variables anteriores, parece confirmarse que el duelo que padece cada uno puede ser muy diferente al que sufre el de al lado. En cualquiera de los casos, el apoyo de familiares o amigos es vital, y María Luisa aquí es clara: hay que escuchar y dejar que la persona que atraviesa el duelo exprese libremente sus emociones.

“Desde pequeños nos deben enseñar a que es bueno estar triste, al igual que lo es estar contento o tener una ira controlada. Todas son emociones que nos sirven para sobrevivir”, expresa la psicóloga. Añade que “es mejor callarse, los silencios son importantes, mirar a la persona e intentar reconfortarla, preguntarle si necesita algo. Los que estamos alrededor de ella tenemos que acompañar y dejar que hablen y que expresen lo que siente”.

Algo esencial que debe intentarse tras el fallecimiento de un ser querido es recordarle en conversaciones. Tampoco hay que forzar la situación si va a resultar incómodo, pero recordar anécdotas es a menudo una ayuda para aceptar la situación y recordar momentos felices de esa persona que partió. En definitiva, hacer como si no hubiera existido por el hecho de que haya fallecido perjudicará a menudo el proceso de aceptación.

Cómo sobrellevar la situación en días como hoy

El Día de Todos los Santos es una jornada de recuerdo y homenaje a los difuntos, y el regreso de emociones que parecían formar parte del pasado puede afectar. Desde su perspectiva, María Luisa Gómez aconseja acudir de visita al cementerio “si te va a venir bien”.

Concluye invitando a vivir el duelo con la naturalidad que merece: “Todos nacemos, vivimos y morimos. Hay que aceptar aquello que no se puede cambiar, y la muerte es uno de esos casos. Llega un momento en que va a suceder ese desenlace y debemos tenerlo presente y normalizarlo en la medida de lo posible”.

Porque, al fin y al cabo, recordar a quienes se fueron también es una forma de mantenerlos vivos en nuestra memoria. En días como hoy ese recuerdo puede doler, pero también sanar.

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