La Fábrica Nacional de Moneda y Timbre tiene un trabajo que realizar de cara al 20 de mayo. Desde ese día, las cajetillas de cigarros y los envases de picadura de tabaco para liar (el resto de productos del sector tienen de margen hasta 2024) tendrán que llevar incorporado un código que permita conocer dónde, cuándo y cómo se ha producido y transportado. Con ello se pretende tener controlados los movimientos y acabar con el contrabando o la manipulación del tabaco.
De esta forma, se podrá averiguar los pasos dados por ese objeto desde que es producido hasta que llega al estanco o la máquina expendedora de un bar. Este hecho también ayudará al consumidor, que podrá escanear esta ‘matrícula’ para saber detalles sobre la elaboración, transformación, transporte, antigüedad y originalidad de la sustancia que posee, pues está previsto que el Comisionado para el Mercado de Tabacos se encargue de la verificación de autenticidad.
Aunque están a favor de este sistema, los propietarios de estancos y de bares de localidades con poca población encuentran un problema, ya que ellos también tendrán que registrar los movimientos de tabaco que se produzcan entre el establecimiento y las máquinas expendedoras, lo que les supondrá tener que invertir para adaptarse a este método, pues algunos carecen de equipamientos informáticos o conexión a Internet.
Con la puesta en marcha de esta medida se respetará la orden que aprueba las normas técnicas relativas a la trazabilidad y las medidas de seguridad de los productos del tabaco, publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 22 de diciembre de 2018 y que supone una adaptación a la normativa vigente en la Unión Europea.