Del Vaquilla a Laureano Oubiña: la cárcel de Zamora cumple 28 años cerrada esperando su rehabilitación

Situada en la carretera de Almaraz, la cárcel de Zamora espera un proyecto de rehabilitación

05 feb 2023 - 08:30
Carcel zamora (3)
Carcel zamora (3)

El paso del tiempo es quizá una de las inquietudes que más estudios ha involucrado a lo largo de la historia. La preocupación por el mismo se ve palpable en múltiples construcciones a lo largo de los siglos y si algo ha conseguido demostrar la ciencia, al menos en teoría, es que el paso del tiempo no siempre se produce hacia delante, sino que también puede retroceder.

Un paseo por la carretera de Almaraz basta para retroceder 28 años atrás, hasta 1995, cuando en la Prisión Provincial de Zamora, el tiempo se paró por completo.

La Torre de la Catedral, el Castillo, un edificio derruido en el lugar que hoy ocupa la subdelegación de Gobierno o el Palacio de la Encarnación fueron las construcciones que hicieron la labor de penal en Zamora antes de que el gobierno franquista considerada la necesidad de construir una nueva cárcel.

Así, fue en 1965, cuando diecisiete reclusos estrenaron las instalaciones del nuevo penal y tres años más tarde, en 1968, fue cuando saltó a la fama cuando pasó a llamarse Cárcel Concordataria, convirtiéndose en la primera destinada a recluir a los llamados ‘curas rojos’, sacerdotes contrarios al régimen de Franco. Las condiciones de los sacerdotes en el penal fueron pésimas y estaban sometidos a un agobiante sistema de control, en algunos casos, por ser acusados de nacionalismo, colaborar con ETA o de oponerse a la unidad de España.

Durante el tiempo que los sacerdotes permanecieron en prisión, notoriedad alcanzaron los intentos de fuga, como el que, en 1971, y tras haber excavado un túnel durante más de seis meses, fue abortado tras ser descubiertos a tan solo tres días de la fuga. También los motines y las huelgas de hambre fueron una constante hasta que, en 1976, meses después de la muerte de Franco, fueron liberados. Muchos de ellos, desengañados con una iglesia que les había dado la espalda, decidieron abandonar el sacerdocio.

La Concordataria fue entonces clausurada pero el penal siguió funcionando albergando a todo tipo de presos comunes. Tras el paso de los curas por la cárcel zamorana, llegaría el turno de recibir a miembros de la banda terrorista ETA. Tras la fuga de etarras de la cárcel de Segovia, los que quedaban aún presos fueron trasladados a la cárcel de Zamora. También, en julio del 76’ llegaron a Zamora una representación de presos que habían protagonizado un motín de varios días en Carabanchel bajo la bandera de la COPEL (Coordinadora de Presos Españoles en Lucha).

Sin embargo, durante el 1976 llegaron a Zamora algunos de los que a la postre serían sus presos más ilustres. Juan José Moreno Cuenca, Ángel Fernández Franco, José Joaquín Sánchez o Guillermo Segura, más conocidos como El Vaquilla, El Torete, El Jaro o el Guille. Aún, eran unos jóvenes adolescentes que poco después se convertirían en el exponente más claro del fenómeno quinquiy que daban ya sus primeros pasos en la delincuencia, después llevada al cine en múltiples ocasiones.

Pocos años después, llegaría otro grupo numeroso de presos perteneciente a los GRAPO. En 1978, la organización terrorista estaba en su punto álgido de actividad y la cárcel de Zamora acogió a la mayoría de los ejecutores de los atentados.  Los cinco dirigentes en prisión de los GRAPO comenzaron a planificar su huida bajo la misma fórmula intentada por los sacerdotes años antes, excavar un túnel. Sin embargo, en esta ocasión, la suerte fue distinta y el 17 de diciembre ejecutaron la huida.

Tras la huida de los GRAPO, los miembros de la organización terrorista se dispersaron por numerosas cárceles del país y se dio paso a una época de inestabilidad en los penales españoles. Con presos de ultraderecha, de los GRAPO y de bandas terroristas como ETA, llegó el periodo más crudo de atentados en España y el clima en los diferentes presidios se volvió muy tenso.

Durante este periodo, en Zamora convivían ultraderechistas con presos comunes, de los cuales el más famoso es Manuel Martínez Quintas, acusado por doble asesinato en la ciudad del Duero en 1983 y que tras trece años en prisión fue puesto en libertad por buena conducta, algo que no demostró en su vuelta a la vida libre cuando nuevamente fue detenido y condenado tras una violación a una joven. El pasado 2022, el Quintas recuperó de nuevo la libertad de volver a Zamora, sin que, por el momento, se le haya visto por la ciudad.

El último lustro de funcionamiento del penal zamorano acogió como presos ilustres a un narcotraficante y a uno de los presos más conflictivos de la historia de España. El primero de ellos, Laureano Oubiña, capo del narcotráfico gallego y que llegó a Zamora en 1990 fruto de la famosa Operación Nécora.

Sin embargo, la estancia del gallego en Zamora, tal y como señalan los medios de la época, fue de todo menos una pena y es que el gallego lograría muchísimos beneficios en una prisión en la que se dice que pudo seguir con sus negocios al disponer de un teléfono en todo momento para hablar con su mujer y socios. Tras salir a la luz el lujo de estancia de la que disponía en Zamora, por la que el director de la prisión fue expedientado, fue trasladado en 1991.

Dos años antes del cierre de la prisión, en 1993, tuvo lugar el peor motín de la historia de esta cárcel y es que por aquel entonces, Santiago Cobos, considerado como uno de los presos más conflictivos de España, ya permanecía recluido en Zamora.

Junto con otros presos, atacaron a un funcionario y lo tomaron de rehén para subirse a un tejado y solicitar, a cambio de liberar al trabajador, un helicóptero para la fuga. Tras horas de motín, los GEO intervinieron y fue entonces cuando quedo en evidencia que el penal de Zamora ya no era seguro para recluir a nadie y tan solo dos años después sus puertas cerraron, pero no para siempre.

Desde que en 1995 la actividad de reinsertar a personas cesara, la cárcel de Zamora ha vuelto a abrir para rodajes de películas como el de Celda 211 o algún videoclip, pero de cara al público, permanece cerrada.

El pasado mes de junio, dos turistas se colaron en las instalaciones detrás de unos vándalos y el subdelegado de Gobierno en Zamora, Ángel Blanco, desveló que es habitual que ciudadanos se acerquen hasta la representación gubernamental en Zamora para presentar multitud de propuestas para este espacio, sin que por el momento haya trascendido ninguna, aunque si que se dejó entrever que quizá, en un futuro no muy lejano, podría producirse algún movimiento para su rehabilitación.

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