¿Sabes qué vía de Zamora fue conocida como la Plaza de la Hierba? Esta es una de las versiones de la leyenda
Leyendas curiosas y aprendizaje sobre el suelo que pisamos cada día
La ciudad de Zamora esconde historias y leyendas en cada rincón, muchas de ellas desconocidas para los zamoranos y, obviamente, insospechadas para los foráneos. Una de las leyendas más curiosas, de las que existen varias versiones, es la que afecta a la Plaza de Sagasta y mucho tiene que ver con el nombre por el que años atrás era conocida: la Plaza de la Hierba.
Desde el área de Turismo de la Diputación de Zamora han querido recordar una de esas versiones que no deja indiferente a nadie y que sirve para aprender de nuestras raíces, de nuestra historia sobre el suelo que pisamos cada día:
Corría el año 1531 y en la Iglesia de Santa María se reunió la hermandad de los Hijosdalgos; en ella había un joven, Don Diego de Mazariegos, quien empezó a mercadear con sus ovejas y vacas mientras tenía lugar la reunión que allí se celebraba.
Uno de los más ancianos le reprende por no prestar atención, a lo que el joven le coge el bastón y le da una paliza. Tras esto, el anciano escribe a su hijo, Diego de Monsalve (que no estaba en Zamora) y le cuenta lo ocurrido.
El hijo del anciano, Diego de Monsalve, va a Zamora para desagraviar a su padre, pero cuando llega a su hogar, en lo que hoy es la Plaza de Sagasta, se entera de que su padre ha muerto y jura venganza contra Diego de Mazariegos, cuya familia vive en la parte opuesta de la plaza
Comienza entonces Diego de Monsalve a buscar a Diego de Mazariegos sin éxito. Acude pues a la justicia, quien promulga a través de un edicto lo sucedido. La ciudad al enterarse y ver cómo estaba el asunto, dejaron de pasar por la plaza. Tanto creció la hierba que se le llamó la Plaza de la Hierba.
Con el paso del tiempo y para encontrar al villano, se ofrece una recompensa de 500 ducados para quien de alguna información sobre su paradero. Es entonces cuando Diego de Monsalve comienza a excavar un túnel para poder llegar, desde su casa, a la casa de Don Diego, pero antes de terminarlo le avisan de que su enemigo está en el convento de San Benito.
Allí se dirige pero el fraile que le atiende le dice que Diego de Mazariegos no está, quien con esa distracción, aprovecha para escaparse por una de las ventanas.
Harto de la situación decide dejar de huir y batirse en duelo. Ambos llegan al Campo de la Verdad, pero Diego de Mazariegos llega sin armadura, pidiendo perdón y ofreciendo su espada a Diego de Monsalve en señal de arrepentimiento, a lo que Diego de Monsalve acepta, convirtiéndose ambos en amigos.
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