Pocos minutos antes de las ocho de la tarde una tromba de agua caía sobre la capital zamorana. La intensidad de la lluvia hizo que rápidamente se formaran charcos y el agua bajase por las calles formando pequeños riachuelos. En apenas unos minutos, varias partes de la ciudad estaban cubiertas por una película de agua.
La rapidez con la que comenzó a llover con intensidad impidió a muchos zamoranos regresar a casa y tuvieron que refugiarse en soportales, aprovechar la cornisa de los edificios, el resguardo de sus balcones o el acceso a algunos comercios para evitar terminar empapados.
Después de más de veinte minutos, y una vez que la tromba de agua se vio frenada, los zamoranos emprendieron con celeridad el regreso a casa tras la intensa tormenta de verano. Una tormenta que pese a estar prevista por la Agencia Estatal de Meteorología cogió por sorpresa a muchos ciudadanos.
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