Zamora se estremece al paso del Cristo de la Buena Muerte
La capital zamorana ya siente la Semana Santa y este Lunes Santo salía a las calles de Zamora la primera de las procesiones que comienzan su caminar al tañer de las campanadas que marcan las doce de la noche. Con la puntualidad y el rigor de siempre, los hermanos de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte fueron desfilando desde la iglesia de San Vicente hasta la calle Balborraz. Al final de la comitiva un Cristo especial, obra de Juan Ruiz de Zumeta, escultor que trabajó en Zamora en el último tercio del siglo XVI.
Como cada año, el silencio y la reflexión acompañaron a unos hermanos vestidos de túnica y cogulla de estameña blanca, faja de arpillera, ceñida a la cintura y sandalias franciscanas. Una tea de cera y parafina alumbraba el camino por las angostas calles de la capital zamorana. Tras el primer tercio de recorrido, la procesión llegaba a la Plaza Santa Lucía. Con una presencia masiva de público, el coro de la hermandad entonó el “Jerusalem, Jerusalem”, que estremeció a todos los presentes.
A continuación, otro de los momentos especiales, la subida por San Cipriano, el paso por la Ronda de Santa María la Nueva y el paso por el estrecho arco de Doña Urraca, en donde se concentraron centenares de personas. A partir de ahí, se emprendió el camino al templo de salida donde el Cristo de la Buena Muerte reposa de nuevo.
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