Los zamoranos condenados a morir fusilados la mañana siguiente del 23-F

Más de un año después del 23-F, en agosto de 1982, un semanario tardofranquista de aquellos que poblaban los quioscos, de nombre Actual, comenzó a publicar unas listas negras, provincia por provincia, en las que aparecían las más de 3.000 personas que estaba previsto que fueran asesinadas al día siguiente y posteriores del triunfo armado ultraderechista. En Zamora esa lista contenía casi una veintena de personas.

Los zamoranos condenados a morir fusilados la mañana siguiente del 23-F
Los zamoranos condenados a morir fusilados la mañana siguiente del 23-F

Este sábado se celebra un nuevo aniversario del 23 de febrero más célebre de la historia de este país. Se cumplen ya 40 años de la tarde en la que Antonio Tejero y sus compinches mantuvieron en vilo a miles de españoles. El golpe de Estado no triunfó y los organizadores fueron arrestados. Pero, ¿qué hubiese pasado si llega a hacerlo? Algunos llegaron a plantearse en aquellas largas horas de tensión lo que habría ser de ocurrir la historia justo al revés. Y no era muy pacífico.

Más de un año después del 23-F, en agosto de 1982, un semanario tardofranquista de aquellos que poblaban los quioscos, de nombre Actual, comenzó a publicar unas listas negras, provincia por provincia, en las que aparecían las más de 3.000 personas que estaba previsto que fueran asesinadas al día siguiente y posteriores del triunfo armado ultraderechista.

Incluso se hablaba en sus páginas de que la ejecución sumaria se iba a producir en el estadio Santiago Bernabéu, al más puro estilo del Chile de Pinochet. Treinta y nueve años después puede parecer una locura, pero muchas de las personas señaladas en aquellas listas tuvieron que tragar saliva y agradecer que los acontecimientos no tomaran aquella madrugada en el Congreso otros derroteros.

Revista Actual

El semanario Actual contaba que la lista de españoles que debían ser ejecutados fue elaborada durante una reunión que se celebró en Madrid el día 22 de diciembre de 1980. La confección del largo documento parece ser que estuvo a cargo de las Milicias Populares Patrióticas, una agrupación de por entonces nuevo cuño constituida por elementos violentos que se habían escindido de agrupaciones ultras como el Frente de la Juventud, Fuerza Nueva, Fuerza Joven, Falange Primera Línea y Juventudes Nacionales Revolucionarias. Unos meses antes, el 17 de octubre de 1980, la misma agrupación había consensuado una lista con personas denominadas "confiables" a las que había que proteger. Y esa lista no trascendió, o al menos no tanto.

En una carta al director de El País remitida el 28 de agosto de 1982 por el máximo responsable de la revista Actual, Agustín Valladolid, éste justificaba aquella importante información en que "estamos convencidos de que la publicación de las listas es una forma de alertar a los poderes públicos de una realidad que no tiene vuelta de hoja: la existencia de organizaciones armadas que, si pudieran, descargarían su odio lunático sobre un pueblo que en innumerables ocasiones ha demostrado que apuesta por la libertad, la democracia y la Constitución".

Las listas de personas que iban a ser asesinadas estaban encabezadas por importantes intelectuales, desde escritores (Rafael Alberti, Francisco Ayala, Miguel Delibes, Camilo José Cela, Agustín García Calvo, Juan Marsé...), hasta actores y directores de cine (Juan Antonio Bardem, Ana Belén, Juan Diego, Fernando Fernán Gómez, Marisol, Antonio Gades, Lola Gaos, Tony Leblanc, Antonio Mercero, Pilar Miró, Paco Rabal, Concha Velasco, José Sacristán...), pasando por músicos (Luis Eduardo Aute, Luis Pastor, Paco Ibáñez, Paco de Lucía, Rosa León, Ramoncín, Miguel Ríos...) o periodistas (José Luis Balbín, Antonio Asensio, Juan Luis Cebrián, Mercedes Milá, Julián Lago, Enric Sopena, Eduardo Sotillos, Peridis o Forges). Entre los políticos no de izquierdas que integraban las listas figuraba Adolfo Suárez y el general Manuel Gutiérrez Mellado, que eran considerados traidores a la patria.

Zamoranos amenazados

La lista de zamoranos señalados por los ultraderechistas que publicaba Actual tenía 19 personas. Esa lista la encabezaba el historiador zamorano Herminio Ramos. Tras él aparecían Eduardo González, Indalecio Fariza, Amparo Pascual, Esteban Mayor, Francisco José Alonso, Ignacio Sardá, Polinar Pérez, Manuel Camarzana, Demetrio López, Domingo Meñebe, Andrés Luis Calvo, Manuel Alfonso, Luis de la Iglesia, Juan Carlos Gil, Serafín Pratos, Serafín Suárez, Tirso Zorrera y Ramón de la Higuera.

“En aquel momento, estábamos muy preocupados y, a gracias a que nos hicimos con un transistor, supimos que el Rey había hecho una declaración. Tiempo después, me dijo que en ese tiempo, que fue eterno para nosotros, estuvo intentando convencer a los capitanes generales. El golpe no se había improvisado. Milans del Bosch sacó los tanques a la calle y lo mismo quisieron hacer con la Acorazada Brunete. El rey estuvo haciendo gestiones para controlar la situación”, comenta.

Sea como sea, Demetrio Madrid advierte de que la democracia “hay cuidarla todos los días” y apostilla: “No es para siempre porque sí. Después de este acontecimiento terrible, la sociedad salió a la calle, con manifestaciones espontáneas en contra del golpe, las mayores que se conocen en la democracia en nuestro país”.

Por su parte, el vallisoletano Juan Luis Colino, que tenía 33 años cuando el teniente coronel Antonio Tejero asaltó el Congreso de los Diputados, recuerda la angustia y el miedo que le acompañó durante las 16 horas que pasó encerrado en el hemiciclo. “El miedo nos acompañó desde que Tejero irrumpe en el Congreso fusil en mano, pero se acentuó en momentos puntuales como el enfrentamiento con Gutiérrez Mellado; cuando se obligó a Felipe González, Alfonso Guerra o Santiago Carrillo a abandonar el hemiciclo o cuando Tejero advierte de que quemará los muebles si se produce un corte de luz. Realmente llegue a temer por mi vida”.

Pero además, del miedo, con el paso del tiempo y la falta de información sobre lo que está ocurriendo en el país, Colino también confiesa que hubo momentos para el desánimo y “piensas que regresan de nuevo a España los espadones del siglo XIX y que el intento de democratización después de cuarenta años de dictadura es un fracaso”.

“Yo ya no aguanto más”

Diputado entre 1977 y 1987, antes de dar el salto al Parlamento Europeo, donde permaneció hasta 1999, recuerda que el estaba sentado en la cuarta fila del hemiciclo junto al sevillano Luis Yáñez, histórico dirigente del PSOE de Andalucía, y no olvida la valentía y el coraje que demostró, en especial cuando Manuel Fraga, ya la mañana del 24-F, sobre las 8.50 horas, descendió al centro del hemiciclo y dijo: “Yo ya no aguanto más... Disparen contra mí, a la vez que se abría la chaqueta”.

Cuarenta años después de un acontecimiento que pudo cambiar radicalmente la Historia de España, Colino asegura que la trama civil que acompañó al golpe todavía continúa siendo una de las grandes incógnitas, a la vez destaca el decisivo papel que desempeño el rey Juan Carlos I. “Al margen de los escándalos que rodean ahora a su familia, hay que reconocer que el rey fue un stop para los golpistas. Evitó que Armada llegara a La Moncloa y jugó un papel clave para que el levantamiento fracasara”, aseveró.

No obstante, Colino también reconoce que el fallido intento de golpe de Estado sirvió para “limar asperezas” entre la clase política y para acabar con la inestabilidad institucional que venía arrastrando el país con el Gobierno de Adolfo Suárez, “que a esas alturas no era capaz de controlar a lo suyos. Aunque finalmente fue nombrado presidente Calvo Sotelo, creo que el 23-F sirvió para acelerar la histórica victoria del PSOE año y medio después”.

En el lado positivo de la balance el exdiputado vallisoletano también sitúa la “reconversión militar” afrontada meses después de la mano del entonces ministro de Defensa y recientemente fallecido Alberto Oliarte, “que llevó a cabo una importante renovación del generalato”.

Un llavero de plata

El miedo también hizo mela en el ánimo de Alberto Estella, diputado salmantino de UCD, quien recuerda la “mirada de desolación” que compartió con Salvador Sánchez-Terán, también parlamentario por la provincia charra. “Tanto esfuerzo como habíamos hecho los españoles para llegar a la concordia, y se venía abajo”, se quisieron decir con los ojos.

Este sábado se celebra un nuevo aniversario del 23 de febrero más célebre de la historia de este país. Se cumplen ya 38 años de la tarde en la que Antonio Tejero y sus compinches mantuvieron en vilo a miles de españoles. El golpe de Estado no triunfó y los organizadores fueron arrestados. Pero, ¿qué hubiese pasado si llega a hacerlo? Algunos llegaron a plantearse en aquellas largas horas de tensión lo que habría ser de ocurrir la historia justo al revés. Y no era muy pacífico.

Más de un año después del 23-F, en agosto de 1982, un semanario tardofranquista de aquellos que poblaban los quioscos, de nombre Actual, comenzó a publicar unas listas negras, provincia por provincia, en las que aparecían las más de 3.000 personas que estaba previsto que fueran asesinadas al día siguiente y posteriores del triunfo armado ultraderechista.

Incluso se hablaba en sus páginas de que la ejecución sumaria se iba a producir en el estadio Santiago Bernabéu, al más puro estilo del Chile de Pinochet. Treinta y nueve años después puede parecer una locura, pero muchas de las personas señaladas en aquellas listas tuvieron que tragar saliva y agradecer que los acontecimientos no tomaran aquella madrugada en el Congreso otros derroteros.

Revista Actual

El semanario Actual contaba que la lista de españoles que debían ser ejecutados fue elaborada durante una reunión que se celebró en Madrid el día 22 de diciembre de 1980. La confección del largo documento parece ser que estuvo a cargo de las Milicias Populares Patrióticas, una agrupación de por entonces nuevo cuño constituida por elementos violentos que se habían escindido de agrupaciones ultras como el Frente de la Juventud, Fuerza Nueva, Fuerza Joven, Falange Primera Línea y Juventudes Nacionales Revolucionarias. Unos meses antes, el 17 de octubre de 1980, la misma agrupación había consensuado una lista con personas denominadas "confiables" a las que había que proteger. Y esa lista no trascendió, o al menos no tanto.

En una carta al director de El País remitida el 28 de agosto de 1982 por el máximo responsable de la revista Actual, Agustín Valladolid, éste justificaba aquella importante información en que "estamos convencidos de que la publicación de las listas es una forma de alertar a los poderes públicos de una realidad que no tiene vuelta de hoja: la existencia de organizaciones armadas que, si pudieran, descargarían su odio lunático sobre un pueblo que en innumerables ocasiones ha demostrado que apuesta por la libertad, la democracia y la Constitución".

Las listas de personas que iban a ser asesinadas estaban encabezadas por importantes intelectuales, desde escritores (Rafael Alberti, Francisco Ayala, Miguel Delibes, Camilo José Cela, Agustín García Calvo, Juan Marsé...), hasta actores y directores de cine (Juan Antonio Bardem, Ana Belén, Juan Diego, Fernando Fernán Gómez, Marisol, Antonio Gades, Lola Gaos, Tony Leblanc, Antonio Mercero, Pilar Miró, Paco Rabal, Concha Velasco, José Sacristán...), pasando por músicos (Luis Eduardo Aute, Luis Pastor, Paco Ibáñez, Paco de Lucía, Rosa León, Ramoncín, Miguel Ríos...) o periodistas (José Luis Balbín, Antonio Asensio, Juan Luis Cebrián, Mercedes Milá, Julián Lago, Enric Sopena, Eduardo Sotillos, Peridis o Forges). Entre los políticos no de izquierdas que integraban las listas figuraba Adolfo Suárez y el general Manuel Gutiérrez Mellado, que eran considerados traidores a la patria.

Zamoranos amenazados

La lista de zamoranos señalados por los ultraderechistas que publicaba Actual tenía 19 personas. Esa lista la encabezaba el historiador zamorano Herminio Ramos. Tras él aparecían Eduardo González, Indalecio Fariza, Amparo Pascual, Esteban Mayor, Francisco José Alonso, Ignacio Sardá, Polinar Pérez, Manuel Camarzana, Demetrio López, Domingo Meñebe, Andrés Luis Calvo, Manuel Alfonso, Luis de la Iglesia, Juan Carlos Gil, Serafín Pratos, Serafín Suárez, Tirso Zorrera y Ramón de la Higuera.

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