A partir de ahí, la procesión tomó el camino alternativo fijado este año por las obras del AVE. Un camino que obligó a los romeros a recorrer casi un kilómetro más que en ediciones anteriores pero que cubrieron de forma rápida para llegar a la Ermita de los Remedios. Allí, los fieles entonaron la Salve.
Los últimos metros de la romería llevaron a la Virgen de la Concha hasta el templo de partida, la iglesia de San Antolín. Tras cantar nuevamente la Salve, la Virgen de la Concha entraba a la iglesia y allí se ofreció a venerar la imagen del Niño Jesús mientras se repartían las flores de las andas y las espigas que había portado en la mano el Infante. Ahora, los fieles ya esperan la edición 725 para volver a disfrutar de la compañía de la Patrona de Zamora.
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