Tras el tiempo de asueto en La Hiniesta que los fieles aprovecharon para reponer fuerzas tomando sus viandas, la comitiva inició su regreso a Zamora pasadas las cinco y media de la tarde.  Desde la iglesia de Santa María de la Hiniesta, la cofradía se dirigía hasta la Ermita de Valderrey, lugar en el que la Virgen de la Concha entraba en el interior de la iglesia para reza el rosario.

A partir de ahí, la procesión tomó el camino alternativo fijado este año por las obras del AVE. Un camino que obligó a los romeros a recorrer casi un kilómetro más que en ediciones anteriores pero que cubrieron de forma rápida para llegar a la Ermita de los Remedios. Allí, los fieles entonaron la Salve.

Los últimos metros de la romería llevaron a la Virgen de la Concha hasta el templo de partida, la iglesia de San Antolín. Tras cantar nuevamente la Salve, la Virgen de la Concha entraba a la iglesia y allí se ofreció a venerar la imagen del Niño Jesús mientras se repartían las flores de las andas y las espigas que había portado en la mano el Infante. Ahora, los fieles ya esperan la edición 725 para volver a disfrutar de la compañía de la Patrona de Zamora.

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