El 72% de jóvenes piensa en el precio antes de comprar, aunque el 60% de los padres creen que hacen un consumo impulsivo
El estudio —basado en una encuesta representativa a 2.176 personas (1.088 menores y 1.088 progenitores)— revela una brecha perceptiva en torno al consumo juvenil
El 30% de los adolescentes compra sin supervisión adulta y el 72% dice que piensa en el precio antes de realizar una compra. Sin embargo, el 60% de sus progenitores considera que sus hijos tienen un consumo compulsivo y que no comparan precios.
Así se desprende del informe Mark-Teen, realizado por la profesora titular del área de Publicidad y adjunta al Vicerrectorado de Investigación en la Universidad Villanueva, Beatriz Feijoo, que muestra que los adolescentes españoles no solo deciden cada vez más sobre su propio consumo, sino que también intervienen en la economía del hogar. La realización del estudio cuenta con financiación de una beca Leonardo de la Fundación BBVA.
El estudio —basado en una encuesta representativa a 2.176 personas (1.088 menores y 1.088 progenitores)— revela una brecha perceptiva en torno al consumo juvenil. Los menores declaran comportamientos más reflexivos y responsables —comparar precios, revisar reseñas o atender a criterios de sostenibilidad—, mientras que los adultos amplifican la idea de que los menores mantienen un consumo impulsivo.
El 65% de los adolescentes maneja dinero habitualmente, la mayoría lo obtiene a través de una paga (58%) o de familiares directos, y más de la mitad ahorra una parte de lo que recibe. Pese a este manejo autónomo, el informe detecta una asimetría educativa: los jóvenes se perciben responsables y reflexivos en su consumo, pero sus familias tienden a subestimar su capacidad de gestión. Paralelamente, dos tercios de los adultos creen hablar de finanzas con sus hijos, pero solo un tercio de los jóvenes lo confirma, y el 86% afirma que nunca ha recibido educación financiera formal.
PREOCUPACIÓN SOCIAL Y CUIDADO DEL CUERPO
El informe también aprecia una preocupación por el impacto social y medioambiental: un 26% de los menores declara fijarse en los derechos laborales, frente al 15% que creen los adultos, y un 19% dice priorizar el respeto animal, frente al 11% percibido por sus padres. Esto sugiere que la preocupación ecológica y social de muchos chicos pasa inadvertida en casa. Así, el estudio apunta a una discrepancia generacional: los jóvenes aplican filtros de sostenibilidad, ética y precio, pero no los comunican; los padres, al no oírlos, deducen riesgo o frivolidad.
En cuanto a decisiones familiares, como vacaciones o equipamiento tecnológico del hogar, el 50% de los menores y el 59% de los padres coinciden en que predominan las decisiones conjuntas, aunque los adolescentes reconocen menos protagonismo parental del que los adultos se atribuyen.
Respecto al cuidado del cuerpo, los adolescentes declaran gastar en fitness y suplementos, pero sus padres apenas declaran ser conscientes de ello.
Las divergencias intergeneracionales respecto a los productos de consumo aparecen precisamente en estos sectores. Casi un 40% de los menores reconoce invertir en peluquería, manicura, gimnasio, maquillaje o suplementos varias veces al mes. Los padres, sin embargo, solo el 16% cree que sus hijos pagan cuotas de gimnasio o equipamiento fitness, y apenas un 4% sospecha que compran suplementos nutricionales o valoran intervenciones estéticas.
En esta línea, otra de las conclusiones del informe es que cada vez más los menores acceden a categorías de consumo antes exclusivas de los adultos, como la cosmética o el cuidado del cuerpo. En este sentido, el informe menciona el fenómeno viral en TikTok de niñas y adolescentes mostrando rutinas de cuidado de la piel con sérums de colágeno y vídeos de maquillaje.
También te puede interesar
Lo último