Ansiedad y depresión son, junto a los trastornos del sueño, los problemas de salud mental más comunes. Muchas personas sufren ansiedad, tanto o más que el estrés: una reciente encuesta de OCU indica que 6 de cada 10 españoles ha tenido algún problema de salud mental en los últimos 3 años, y el más habitual era la ansiedad, que dicen tener un 31% de los españoles.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un problema de salud mental muy frecuente, pero ni todo es ansiedad, ni en todos los casos supone un trastorno psicológico: casi cualquier agitación o nerviosismo se cataloga como ansiedad, lo sea o no.
La ansiedad es una reacción psicoemocional ante la percepción de una amenaza, que puede ser real o no, presente o anticipada (la ansiedad anticipatoria surge ante situaciones temidas que no tienen por qué llegar a suceder). Además, las respuestas de ansiedad son subjetivas y personales: no todos percibirán una amenaza bajo las mismas circunstancias ni ante los mismos objetos o situaciones.
Sentir ansiedad es normal y hasta saludable en muchos casos, pues experimentar esa reacción nos puede permitir identificar y reaccionar ante los peligros, pero son la proporcionalidad, generalidad e intensidad de los síntomas los que determinarán si la ansiedad es un problema.
¿Soy ansioso o estoy ansioso?
La teoría de ansiedad estado-rasgo, muy extendida y aceptada, explica por qué hay personas más predispuestas a reaccionar con ansiedad:
- La ansiedad como estado es una reacción de ansiedad concreta, puntual y transitoria. Es la que se produce habitualmente ante una oposición, un viaje, una revisión médica... En estos casos, una persona está o se siente ansiosa.
- La ansiedad como rasgo muestra cómo hay personas que tienden a reaccionar con ansiedad con mayor facilidad, tienen un umbral más bajo que la mayoría y les resulta ansiógenas situaciones que para otros pueden ser más tolerables. En esos casos ser o estar ansioso es un rasgo más de su personalidad.
Hay estudios que indican que la ansiedad tiene un componente hereditario, aunque se desconocen los mecanismos implicados. Lo que sí se sabe es que las reacciones de ansiedad se pueden aprender (especialmente los estímulos o situaciones que las desencadenan).
Síntomas de ansiedad
Una respuesta de ansiedad desencadena un conjunto de reacciones:
- A nivel fisiológico la ansiedad nos activa. Se puede experimentar palpitaciones, taquicardia o dolor en el pecho, respiración acelerada o entrecortada, sequedad de boca, náuseas u otras molestias gastrointestinales, mareos, sudoración...
- A nivel cognitivo hay una percepción de malestar y de peligro, sintiendo preocupación, inseguridad o dificultad para decidir, pensamientos negativos, imágenes atemorizantes, hipervigilancia y rumia de ideas catastróficas, etc.
- A nivel emocional se siente miedo, nerviosismo, tensión, pánico, inquietud, impaciencia...
- A nivel conductual incita comportamientos para evitar la situación temida o escapar de ella, o bien nos lleva a quedar paralizados, tartamudeando, llorando, realizando movimientos repetitivos o consumiendo tabaco, alcohol o comida en exceso.
Distintos trastornos de ansiedad
No hay un trastorno de ansiedad único, sino varios que tienen en común respuestas de ansiedad desproporcionadas.
Fobia
Miedo intenso, irracional y desproporcionado a determinados objetos o situaciones. No es un mero miedo a algo, sino la incapacidad de estar en contacto con ese algo, por lo que siempre que se pueda se evita, o si no, se escapa de ello, entorpeciendo así el día a día normal de la persona. Ejemplos habituales son la fobia a los pájaros, a las arañas, las agujas, inyecciones o sangre, a las alturas, a las cosas grandes, a volar...
Ansiedad social
Miedo y sensación de amenaza persistente en circunstancias sociales conocidas o nuevas. Ante el temor a que los demás tengan una interpretación negativa de nosotros, la persona se muestra hipervigilante o retraída en esas circunstancias, cuando no directamente las evita o acaba escapando de ellas.
Trastorno de pánico
Una crisis de ansiedad o ataque de pánico es una reacción de miedo y ansiedad agudos acompañados de palpitaciones, sudoración, incremento de la presión arterial, hiperventilación, mareos, etc. que se interpretan como una amenaza para la vida: la persona cree que se está muriendo, lo que deja una huella emocional intensa que tiende a asociarse al momento en los que ocurren. Puede desembocar en agorafobia o ansiedad generalizada.
Agorafobia
Miedo a encontrarse a solas en determinados lugares públicos en los que puede ser difícil recibir ayuda o poder escapar de ellos en caso de necesitarlo. No es un trastorno en el que se tema estar en la calle u otros sitios abiertos, sino el miedo desproporcionado e irracional a no recibir ayuda, ya que suele originarse a raíz de un ataque de pánico en lugares concurridos en los que se estaba solo.
Ansiedad generalizada
Miedo, preocupación y sensación de amenaza constante y generalizada a todas las áreas de la vida. La preocupación y el miedo son difíciles de manejar y controlar por la persona, mostrándose hipervigilante, con pensamientos circulares o rumia o adoptando rituales u otros comportamientos de evitación o escape. Además, las preocupaciones no giran solo en torno a uno mismo, sino que a menudo afectan también a los seres queridos, llegando a condicionar sus vidas.
La ansiedad en los niños
Hay dos trastornos específicos de los niños relacionados con la ansiedad:
- Mutismo selectivo. Son niños que, aún manejando el lenguaje acorde a su edad, dejan de hablar de forma general o ante determinadas personas o entornos. Suele asociarse a algún miedo a menudo transitorio, pero también puede ser un síntoma de un trauma u otro problema más grave.
- Ansiedad por separación. Son niños que tienen miedo a separarse de sus progenitores u otras figuras de apoyo ante el temor de que pueda pasarles algo a sus seres queridos. Ese miedo también puede enfocarse sobre objetos apreciados por el niño como un juguete y un peluche. En todo caso, es desproporcionado para su edad.
Cómo manejar la ansiedad
El tratamiento para la ansiedad puede ser farmacológico, que solo puede prescribir un médico, o psicológico. Según la gravedad e intensidad de los síntomas, su evolución, las dificultades que estén ocasionando, etc., puede recurrirse a uno solo o combinar ambas opciones terapéuticas.
Tratamientos farmacológicos
Los llamados "tranquilizantes", ansiolíticos e hipnóticos, son los fármacos de referencia en el tratamiento de la ansiedad. En concreto se suelen recetar en estos casos las benzodiacepinas, medicamentos seguros y eficaces solo a corto plazo. A largo plazo, la efectividad de estos fármacos disminuye porque se produce tolerancia, es decir, se van necesitando progresivamente dosis más altas de medicamento para obtener los mismos efectos y además generan dependencia.
Más información sobre ansiolíticos
Psicoterapia contra la ansiedad
La terapia para la ansiedad, muy frecuente en las consultas de psicoterapia, puede ser muy variada. La terapia cognitivo-conductual es la que cuenta con mayor evidencia científica a su favor, aunque en la actualidad hay otras terapias específicas efectivas, como la terapia cognitiva para la ansiedad de Beck y técnicas de modificación de conducta, como desensibilización sistemática, por ejemplo.
Toda psicoterapia que intervenga sobre ansiedad deberá abordar, al menos, los siguientes aspectos:
- Estudiar la sintomatología, situaciones y aprendizajes. Hay que conocer a fondo qué síntomas experimenta la persona, en qué circunstancias, intensidad y frecuencia, así como el histórico de estas dificultades y cómo afectan a su vida. También conviene profundizar en problemas pasados o posibles aprendizajes adquiridos.
- Incluir técnicas de relajación para minimizar o eliminar las respuestas de ansiedad. Posteriormente, la relajación se utilizará como un ejercicio de prevención y autocuidado.
- Modificar ideas y creencias irracionales. Las técnicas de reestructuración cognitiva (flecha invertida, diálogo socrático, pruebas de realidad, reflejo, etc.) cuestionan aprendizajes y creencias en torno a la ansiedad, su sintomatología, las situaciones temidas... disminuyendo o corrigiendo las distorsiones y disonancias cognitivas. Se trata de que resulten más proporcionales, funcionales y adaptativas.
- Exposición a las situaciones u objetos que generan la ansiedad (ansiógenos) para que dejen de evitarlos o escapar. Para ello se utilizan técnicas como inundación o desensibilización sistemática en las que la persona va afrontando progresivamente esas situaciones.
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