¿Qué es procrastinar?
Procrastinar es una conducta generalizada en la población, que resulta prácticamente universal entre los estudiantes, sobre todo, universitarios.
Procrastinar consiste en retrasar habitualmente o con frecuencia el inicio, el desarrollo o el final de una tarea o actividad a sabiendas de que el retraso tendrá consecuencias negativas para la persona. Es algo voluntario e intencional y la persona es consciente de lo que está haciendo y que lo hace por propia elección.
No obstante, procrastinar no es un trastorno o enfermedad mental, y tampoco un síntoma de algún problema de salud mental. La procrastinación tiene que ver con determinados rasgos personales, historia de aprendizaje y situaciones que lo hacen más proclive o una tendencia en la persona. A veces también puede vincularse con algunas dificultades diarias.
¿Por qué procrastino?
En general se trata de una conducta habitual de evitación o de escape de una actividad que, por distintos motivos, produce rechazo en la persona: por aburrimiento, pereza, sobreesfuerzo, fracaso, perfeccionismo, dificultad... Procrastinar aporta un alivio, aunque temporal y a larga perjudicial, al evitar esa tarea, lo que actúa como reforzador de la procrastinación. Por ejemplo, debes hacer un trabajo académico de una materia poco atractiva, lo vas postergando una y otra vez hasta correr el riesgo de no entregarlo a tiempo.
Las tareas retrasadas pueden ser personales o externas, pero con algún tipo de interés propio o responsabilidad asociada y la procrastinación es voluntaria, aunque irracional y poco funcional, es decir, no optimiza el proceso ni mejora sus resultados.
¿Qué factores influyen en la conducta de procrastinar?
Se tiende a decir que es una cuestión de falta de autorregulación personal: en las emociones, relaciones, intención y dirección del comportamiento, etc. Pero hay otros factores que influyen y que tienen que ver con el compromiso e intención por realizar una tarea, que decae al abordarla.
Además, hay factores motivacionales, de tal forma que cuanto más tarde se vaya a obtener una recompensa, por ejemplo, el alivio debido por acabar una tarea, menor será la motivación. Con este este planteamiento se preferiría obtener un premio en el presente a otro mayor en el futuro, y así, se acabaría procrastinando.
En cuanto a la distribución por sexos, parece que los hombres tienden a procrastinar más que las mujeres.
Otros factores:
- Situacionales: dificultad, atractivo y motivación hacia la tarea, presencia de distractores ambientales, situación personal específica, características de la tarea (aversiva, aburrida, frustrante, difícil…), etc.
- Autoestima: inseguridad e indecisión especialmente, y autoeficacia percibida, o sea, lo capaz que se percibe uno para afrontar y solventar con éxito una tarea o responsabilidad.
- Evitación como principal estrategia de afrontamiento de problemas, malestar, dificultades, etc.
- Rigidez cognitiva: dificultad para adaptarse a los cambios, improvisar, asumir decisiones o imposiciones, necesidad de conocimiento y control por anticipado, etc.
- Falta de habilidades de gestión del tiempo o de estudio.
Volver arriba Consecuencias de procrastinar
Aunque no es una enfermedad mental o un síntoma de algún problema de salud mental, procrastinar se asocia con menor bienestar general y un peor desempeño laboral y académico.
También produce mayor estrés, por el aumento de la presión por finalizar una actividad en menor tiempo y con consecuencias que se prevén negativas, en caso de no ser resuelta. A nivel emocional, procrastinar ocasiona arrepentimiento, vergüenza, culpa, preocupación…
En cuanto a los rasgos de personalidad más asociados con procrastinación, se ha identificado una relación con rasgos de impulsividad y perfeccionismo.
Los casos más graves mostrarán:
- Mayores síntomas de ansiedad, depresión y estrés asociados a procrastinar.
- Peor calidad del sueño, alimentación y de vida en general.
- Menor desempeño o desarrollo laboral o académico.
- Mayores índices de impulsividad y perfeccionismo.
Cómo saber si estoy procrastinando
No todos los retrasos significan que se está procrastinando. Tres son los indicadores para diferenciar una conducta de procrastinación de otras conductas:
- cuando el retraso en el inicio, desarrollo o finalización de una tarea o actividad responde a una decisión estratégica y necesaria;
- cuando las causas del retraso no son controladas por la persona, sino impuestas;
- no se prevén consecuencias negativas asociadas al retraso en la acción.
Además, otras cuestiones en las que puedes fijarte para saber si en ese momento estás procrastinando o si es algo habitual en ti son:
- Centrarse en tareas poco importantes o prioritarias.
- Hacer otras actividades de tu lista de trabajos.
- Añadir nuevas tareas más dinámicas o atractivas a ese listado y ponerse con ellas.
- No terminar de cerrar la actividad, aunque ya la hayas empezado.
- Distraerte con otras cosas más nimias o atractivas mientras estás haciendo la actividad.
- Cambiar de actividad o tarea a otras con frecuencia.
- Esperar siempre el momento o lugar adecuado, a las personas o el contexto adecuado, la llegada de determinados aspectos, contenidos o herramientas necesarias, etc. para hacer la tarea.
Cómo manejar la procrastinación en 10 consejos
La procrastinación es una conducta generalizada y prácticamente universal entre estudiantes universitarios que supone un lastre en el desarrollo profesional o académico y en la satisfacción y calidad de vida, por eso resulta conveniente adoptar medidas que mitiguen esta conducta. Sin llegar a demonizar la conducta, es interesante que conozcas la tendencia a este tipo de retrasos en la gestión de tus actividades.
10 pautas para disminuir la procrastinación
- Sé indulgente de vez en cuando, todos procrastinamos.
- Identifica por qué y para qué procrastinas, y a la inversa, por qué y para qué no hacerlo; tenlo presente como guía de comportamiento a la que asirte cuando pienses en procrastinar.
- Anticipa con claridad cuáles pueden ser las consecuencias negativas asociadas a procrastinar: ¿merece la pena?
- Aplica estrategias de gestión del tiempo: priorizar tareas según su importancia o urgencia; dimensionar la carga de trabajo que requerirá cada una; calendarizar y distribuir tareas dejando espacio para imprevistos; hacer comprobaciones periódicas de la evolución de la tarea; etc.
- Ponle freno a las distracciones cuando te enfrentes a tareas proclives a la procrastinación.
- A la hora de planificar, deja las tareas más apetecibles para el final (por lo interesantes, amenas o fáciles que puedan resultar), como un horizonte al que te apetezca llegar.
- Haz descansos: tanto en el trabajo o en los estudios como en el día a día. Es bueno hacer pausas para tomar un café o hacer llamadas o gestiones, hacer ejercicio, pausas para comer, etc.
- Identifica las emociones asociadas a la procrastinación para autogestionarte: si vas a tener que hacer esa tarea de todas formas, evita una mayor presión y estrés al tener que hacerla a última hora. Si tienes miedo al fracaso o estás evitando una valoración ajena que asumes catastrófica, puedes cuestionarte qué sería fracasar y describir el éxito con detalle. Además de enfrentarte a la idea de qué pasaría en caso de fracasa, verás que en muchas ocasiones el escenario temido es menos de lo que parecía.
- Aprende técnicas de relajación, tolerancia al malestar y frustración y promoción de flexibilidad cognitiva.
- Si eres estudiante, aprende técnicas de estudio. Los centros universitarios suelen tener programas de este estilo.
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