Corría el año 1921, un 25 de noviembre, cuando llegaba al mundo una niña a la que en la pila bautismal de la iglesia dedicada a los santos Justo y Pastor en Uña de Quintana se le ponía el nombre de María Manuela. De eso hace ahora 100 años, casi tantos como las 100 Navidades que la abuela de Uña de Quintana ha llegado a festejar.
Esta tarde del sábado 27 de noviembre se conmemoraba la longevidad de María Manuela Justel Fernández en un emotivo acto precedido por una misa de acción de gracias a la que no podía faltar la ya venerable vecina de Uña de Quintana. María Manuela asistía a su homenaje en el templo de sus amores y devociones arropada por sus tres hijos: José, Alonso y Paulina, con una descendencia de 6 nietos y 7 biznietos.
La abuela de Uña de Quintana recibía en esta iglesia que rezuma historia por sus cuatro costados, el reconocimiento por su larga vida del párroco Vicente Miguélez y posteriormente eran sus convecinos y familiares quienes la agasajaban en el local social. De ello se encargaba la alcaldesa Beatriz Calabozo Fernández en nombre del pueblo de Uña con la entrega de un ramo de flores y una placa de agradecimiento, «Con todo el afecto de quienes hemos tenido el placer de su compañía a lo largo de estos años. Uña de Quintana, 25-11-2021», se podía leer en la placa entregada por el Ayuntamiento de manos de la alcaldesa.
María Manuela se casó muy joven, en sintonía a la edad casadera de la época, a los 18 años, con José Mayo de sobre nombre «José Pico», y fruto del matrimonio ha tenido tres hijos, seis nietos y siete biznietos. A esta mujer de hondas convicciones religiosas, el rezo del rosario, la misa a diario y sus avemarías a la Virgen del Rosario, le han permitido una felicidad permanente que irradia entre sus familiares y convecinos.
La abuela de Uña, María Manuela, se sentía esta tarde abrumada por el calor de las felicitaciones, se sentía feliz.
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