El Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria (Cesefor) promueve las primeras cortas selectivas en los bosques de rebollares de Castilla León, una especie presente en todas las provincias a excepción de Valladolid cuya madera se pretende utilizar para barricas de vino y whisky, suelos, productos laminados, útiles de jardinería, perfiles laminados y tableros.
El proyecto ‘Life Rebollo', dotado con dos millones de euros de inversión, ha llegado al ecuador de su ejecución, se desarrolla a través de dos partes diferenciadas. La relacionada con la selvicultura que está dirigida por Tomas Sánchez, responsable de esta área en Cesefor, quien explica que se han establecido 20 rodales demostrativos distribuidos en las distintas provincias de la comunidad donde se hacen una serie de ensayos en campo.
“Se han establecido una serie de parcelas para medir los distintos parámetros según va evolucionando la masa para comprobar si se consiguen los objetivos propuestos. Esta semana hemos localizado los últimos rodales de León y Zamora y hemos hechos señalamientos para la corta de todas las provincias menos de estas. Se ha cortado un rodal en Soria y ya se ha extraído madera para leña y otra para la industria con la que se van a hacer ensayos”, explica.
La previsión es cortar el máximo número de rodales durante este invierno para empezar a tener más disponibilidad de madera para que la industria siga haciendo ensayos. Cada rodal cuenta con un código ‘QR’ en el que se despliega una ficha en la que se explica qué selvicultura se realiza y qué tipo de productos han salido de la madera de esta especie, que hasta el momento en un 97 por ciento solo se utiliza para leña.
La nueva selvicultura denominada “recubierta continua enfocada al árbol individual” pretende conseguir mejores calidades tecnológicas de productos e incorporara al proyecto aspectos de biodiversidad.
“Se han establecido en los rodales una serie de exclusión, donde no se va a hacer cortas, que sirvan como zona testigo para comparar la evolución de la zona cortada y la zona testigo. Trabajamos en rodales de distintas edades y etapas de desarrollo para que sea representativo de lo que nos vamos a encontrar porque la idea es extrapolar los resultados del ensayo al resto de rebollares de Castilla y León haciendo un mapa de zonas potenciales donde se puede utilizar esta nueva selvicultura”, recalca.
El proyecto se desarrolla en masas maduras de rebollares, de entre 60 y 80 años, y se realizan cortas selectivas inferiores al 20 por ciento de volumen. Los técnicos persiguen la optimización de un porcentaje de la madera que se utiliza para la leña pero que tiene suficientes dimensiones para dar otro tipo de productos con mayor valor económico y que fija más carbono porque tiene más vida útil.
“Cuando cortas un árbol para leña en cuanto lo quemas ese carbono almacenado se va a la atmósfera. Pero si conseguimos que un 10 o un 15 por ciento vaya a productos de mayor vida útil carpintería o traviesa para jardinería, es carbono que se almacena durante más tiempo. El objetivo es que el proyecto contribuya a la lucha del cambio climático”, resalta.
Al respecto, el coordinador del proyecto y responsable de la línea de innovación con productos de madera, José Ángel Villanueva, puntualiza que el enfoque “global” del proyecto pasa por contribuir a mitigar el cambio climático y para ello se intenta cambiar los flujos de carbono.
“Si con los rebollares hacemos leña esa leña o madera tiene carbono que proviene del CO2 atmosférico que se ha fijado previamente, a través de la fotosíntesis, pero al quemarlo pasa a estar otra vez a la atmósfera. Sin embargo, si hacemos una viga de madera de rebollo, que dura 50 años. mientras esté en uso el carbono está fijado y almacenado y no en la atmósfera. En definitiva, optimizamos el carbono”, indica.
Los técnicos que desarrollan este proyecto europeo también realizan pruebas de desarrollo de tablero de rebollo con pino mezclado. Al llegar al aserradero analizan el uso que le dan a la madera y su la calidad y según la misma se destina a un uso u otro. Si tiene mucha calidad se destina a barrica, después a suelo, productos laminados, a traviesa de jardinería y finalmente para tablero”, resalta.
En el proyecto colaboran tres industrias madereras de Castilla y León y en el Cesefor se realizan los ensayos para ver la resistencia del producto y su durabilidad.
El proyecto incluye la celebración de nueve jornadas ‘Rebollo Labs’ para juntar a los a los agentes de la cadena de valor: industrias, ayuntamientos, propietarios de montes a los que se les explicará el potencial de los bosques de rebollo y el potencial que tienen los nuevos productos.
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