Los incendios tiñen Burganes de Valverde a través del arte

El muralista Parsec! completó una expresión pictórica al aire libre denunciando la apagada vida en la tierra calcinada

 Un vecino de Burganes conduce el carretillo delante del mural. Foto: Benaventedigital
Un vecino de Burganes conduce el carretillo delante del mural. Foto: Benaventedigital

El paisaje urbano de Burganes de Valverde forma parte de una pequeña galería de arte. Pasear por sus calles es todo un ejercicio placentero al contemplar las obras pictóricas expresadas sobre una buena parte de sus muros. Oficios y tradiciones ya perdidas, cuadros pictóricos evocando las entrañas de la pequeña intrahistoria local. Burganes se suma así a esa red de municipios, sin estar constituída todavía, galería de arte del olvido, de la expresión artística callejera como reclamo turístico en la lucha contra la despoblación, cuya andadura inició hace años La Torre del Valle, aunque originalmente las expresiones pictóricas, los murales callejeros sobre paredes de naves, de garages e, incluso, fachadas de casas se plasmasen desde años antes en Castrogonzalo de la mano del artista Parsec! (Antonio Feliz) con su Safari Rural.

Ha sido el muralista Parsec!, con obras en varios pueblos de la comarca, en su pueblo natal Castrogonzalo, en Morales de Rey, en Benavente, en Vecilla de la Polvorosa, en la Torre, y en muchos más, quien ha querido reflejar en Burganes de Valverde una obra de denuncia sobre una de las mayores tragedias medio ambientales que ha sufrido la provincia de Zamora y que se ha teñido también de tragedias humanas.

El gran incendio de la Sierra de la Culebra y el de Losacio que afectó al Valle del Tera no podían estar ajenos a la expresión artística. Y, más aún, «al hijo de la Toña» como se le conoce en su pueblo a quien lleva de seudónimo Parsec!, con el signo final de exclamación o de admiración, «para dar más contundencia», al nombre adoptado de la unidad astronómica.

La vida vegetal calcinada, las cenizas alfombrando la superficie, las morceñas invadiendo el aire ya de por si irrespirable. Todo ello, en un marco cuyas puertas de madera quemada se abren a un camino que conduce a un paisaje desolador.

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