Bramidos que desgarran los susurros del viento en la Sierra de la Culebra: arranca la época de berrea en los montes zamoranos

La EHE y los incendios de 2022 han condicionado la reproducción de unos animales que, no obstante, siguen perpetuando la especie

01 oct 2024 - 09:30
Tiempo de berrea Foto: E.P
Tiempo de berrea Foto: E.P

Cae la noche en la Sierra de la Culebra. El imperturbable silencio reinante en la insondable oscuridad en estos montes zamoranos en las ya frescas noches de septiembre, de repente, se ve roto por un potente sonido que, sin decir nada, tiene un gran significado. Los bramidos guturales de los ciervos denotan lo que cada año por estas fechas concentra la atención de tantas y tantas personas, y es que comienza la berrea. La berrea es esa época de apareamiento en la que los machos emiten esos sonidos para marcar su territorio y atraer a las hembras fértiles para perpetuar a la especie.

'Cervus elaphus' es la nomenclatura científica de una especie que, en Zamora, no atraviesa una época fácil. Si bien gran parte de su hogar se vio reducido a cenizas en los catastróficos incendios de 2022, ahora hace frente a una amenaza invisible que está diezmando la población de venados en los montes de la provincia como es la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE).Villardeciervos es uno de los lugares por antonomasia para disfrutar de este espectáculo natural en su máximo esplendor y, al respecto de la enfermedad, la alcaldesa de la localidad, Rosa María López, indica a Zamora24horas que "pese a que han muerto muchos, la berrea puede escucharse hasta dentro del pueblo, y es fácil ver a las familias de ciervos por zonas cercanas".

Además de un espectáculo natural sin igual, la berrea supone un gran potenciador turístico en la zona y, por ende, del desarrollo de la economía. "Nosotros consideramos que la época de la berrea es un reclamo turístico y sobre todo en los fines de semana se incrementan bastante las personas que visitan el pueblo", explica y añade que "los alojamientos están prácticamente al completo".

Eso sí, antes de acercarse al monte para poder presenciar este ritual, conviene seguir una serie de pautas y consejos para evitar males personales y, sobre todo, no perturbar el ciclo natural. La presencia humana en el entorno de los cérvidos ha de ser inocua e imperceptible para poder contemplarlos sin alterarlos. "Es fundamental respetarlos y verlos desde una distancia prudente y en silencio", señala Rosa María López. 

El amanecer y el atardecer son los mejores momentos para presenciar esta 'llamada al amor' de los animales. Asimismo, conviene tener en cuenta otra serie de precauciones como:

- Llevar siempre un móvil o teléfono para contactar, procura tener la batería cargada de tu móvil o tener otra batería o cargador.

- Ante un caso de situación extrema llamar al 112 y saber mandar la ubicación

- Llevar agua suficiente.

- Protección solar, gorra, ropa y calzado adecuado.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta es la actividad cinegética. A este respecto, conviene tener muy presente si en ese momento está permitida la caza y dónde, pues existe también un peligro muy real de suceder un accidente con terribles consecuencias. Es por ello por lo que los consejos o recomendaciones apuntan hacia ir a unas zonas autorizadas y a lugares con poco peligro.

Los incendios de aquel fatídico verano de 2022, inevitablemente, conllevaron una reconfiguración del paisaje natural y, por ende, una redistribución de la población de ciervos. Así, los lugares en los que estos artiodáctilos realizan su ritual de apareamiento también cambiaron y, con ellos, los mejores puntos para verlo. "La zona que apenas llegó a quemarse tiene ahora la mayor presencia de ciervos", señala la alcaldesa cervata. Asimismo, indica que uno de los mejores entornos para poder contemplar este espectáculo es "la zona en la que están restaurando un Molino". 

El sol ya despunta al alba, y conforme comienza a inundar suavemente de luz cada jara y cada rincón de los montes de la Sierra de la Culebra, el bramido de los ciervos vuela con el viento hasta los oídos de las hembras para seguir el ciclo natural, y a los oídos de los cada vez más curiosos que deciden echarse al monte para poder experimentar, al menos una vez en la vida, un espectáculo sin parangón.

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