Castilla y León necesitará generar unos bosques "bien gestionados, resistentes y resilientes"

El director de Centro Investigador Forestal de Castilla y León plantea exportar el modelo forestal de Soria al resto de la Comunidad

Paraje en Monte la Reina
Paraje en Monte la Reina

Un buen dispositivo de extinción de incendios, ligado al ataque temprano; unos montes “vivos y  bien gestionados” donde se aprovechen los recursos y exista un sistema de cogobernanza, que genere paz social; y la adaptación de los bosques al cambio climático, es decir, aumentar su resistencia y resiliencia con una visión estrategia de ordenación del paisaje, son las claves para evitar que incendios de la magnitud del zamorano o el abulense se repliquen en el resto de Castilla y León.

El director del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León (Cesefor), Pablo Sabín, recuerda a Ical, que incluso poniendo todos los medios disponibles, los incendios van a existir siempre, porque el monte tiene materiales combustibles y se van a suceder épocas de calor, sequedad y viento.

En este contexto, el director del Cesefor considera que se debe tratar de evitar que los incendios provoquen daños en los sitios que “no se deben tocar”, es decir, proteger los sitios estratégicos empezando por los pueblos, enclaves con mayor valor natural, y trabajar porque los incendios no alcancen la magnitud de los de Zamora o Ávila, que han provocado desastres fuera del control humano.

A esto se suma, la necesidad de realizar una gestión forestal activa que aproveche los recursos y la madera y generen infraestructuras de defensa.

Otra de las actuaciones pasa por adaptar los bosques a las nuevas condiciones del cambio climático con un aumento de su resistencia y resiliencia, es decir, tener una visión estratégica de ordenación del paisaje para que sean más resistentes en su conjunto con la suma de la parte urbana, ganadera y agrícola. “Si los bosques están estresados y sin preparar para el cambio al nuevo escenario climático, los efectos de los incendios se amplifican por los efectos del cambio climático”, indica.

Sabín explica que la resiliencia del bosque  es la capacidad de que vuelva a recuperar su función ante un incendio, y agrega que también es“clave” la estrategia de planificación territorial, es decir cómo gestionar el paisaje para que los efectos de los incendios sean menos devastadores.

En este aspecto, desde el Cesefor se plantea crear espacios abiertos con bosques abiertos, dehesas con pastizales donde el ganado cree una infraestructura de defensa en torno al pueblo y un paisaje con cierto nivel de mosaico que tenga discontinuidades, es decir, pastizales y vegetación más húmeda que actúe de barrera. “Se debe diseñar una planificación estrategia del paisaje de autoprotección con infraestructuras de defensa, perímetros de protección y unidades continuas de bosque limitadas para que haya zonas de protección alrededor entorno al bosque con pistas de acceso y una buena red viaria que permita apagar de forma temprana los fuegos”.

Asimismo, precisa que es necesario que todas las actuaciones se den a la vez, es decir, de nada sirve tener un bosque con modelo forestal sostenible sin un buen dispositivo de incendios que se caracterice por el ataque temprano y la preparación de sus profesionales. 

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