Después de 17 años en Toro, ¿qué ha supuesto para usted ser presidente de la Denominación de Origen?
Ha sido inesperado. Cuando vine de la Rioja hace 17 años me enamoré de la zona, bueno y no sólo de Toro, sino también de una toresana, con la que tengo dos hijas. Puede parecer raro que un riojano sea presidente de la D.O. Toro pero la verdad es que también me involucré mucho con este proyecto, con esta Denominación, tanto a nivel individual en bodega, como en conjunto. Creo recordar que desde el principio he formado parte del comité de cata y en cinco ediciones he estado encargado de las ferias del Vino de Toro. Cuando más tarde en los Consejos Reguladores hubo que crear un comité de calificación, formé parte de él desde su instauración, hasta la fecha porque hay una incompatibilidad de cargos.
¿Qué es lo que más le gusta de la región?
Lo del viñedo no hace falta ni decirlo, es uno de los viñedos con la edad de plantación más antigua de España, que por sus condiciones de tipo de suelo y climatología libró epidemias como la filoxera. Y curiosamente, aunque se diga que el castellano es un poquito seco, en Toro es todo lo contrario, el toresano me conquistó desde el principio e hice muchos amigos, los cuales me enorgullezco de tener a día de hoy.
Con respecto a su labor en el Consejo Regulador de Toro, ¿cuáles son las líneas más inmediatas en las que trabajar?
Hay que trabajar mucho la venta, la comunicación y la publicad, pero no hay que dejar de lado el producto, que es lo principal. Lo primero que hay que tener es una normativa clara, consensuada y actualizada que englobe todos los puntos, tanto técnicos, como de producción, que va a ser lo más sensible, con respecto a las ampliaciones o limitaciones. Debemos estar equiparados con el resto de Denominaciones de Origen en España y mirar por qué a ciertas personas o sectores, el vino de Toro les resulta desconocido. Ampliar gamas o incluso ampliar variedades, personalmente, no creo que sea la prioridad; pero sí es una prioridad escuchar al conjunto y ver si ciertas cosas pueden cambiar. Tenemos que abrirnos a la lógica y, por qué no, un poquito al riesgo.
Insiste mucho en el asunto de la comunicación y publicad, ¿ve una carencia en este sentido?
Muy grande, porque en la comercialización cada uno es responsable individualmente de la venta. Por ejemplo, si ponemos a un hombre en la calle con un bolígrafo y un papel, pero no le damos publicidad, catálogos o una marca por detrás que lo ampare, se va a ver muy limitado. Toro tiene una cuota de mercado muy lejana a la de otros Consejos Regulares. En ciertos sectores, sobre todo especializados, el vino de Toro está muy bien considerado pero ahora hay un público emergente de gente joven que se preocupa por el vino, por investigar, por conocer… Tenemos que captarlos. Esto es una labor de conjunto, una sintomática a nivel global, de España, no sólo de Toro.
¿Y en cuanto a internacionalización?
A corto plazo, hablamos del año que viene, dado que esa partida está presupuesta, aceptada y subvencionada y avalada, en ese aspecto seremos continuistas. Hay que decidir si se repite Estados Unidos, o se abren otros países como Suiza, así como invertir en misiones inversas.
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