A L G O   S O B R E   LO   H E C H O

     La organización del caos en que se nos presenta la realidad ha sido, casi siempre, el objetivo general tanto de mi vida como de mi poética. 

    Por otro lado, en cuanto al objeto que corresponde, la escritura poética, siempre he creído que parte de presupuestos reales para ser una respuesta a estados parciales del conocimiento, y así transformar lo real en implicaciones lingüísticas dirigidas a la inteligencia emocional del individuo. De esta forma, para mí, los sucesos de la experiencia real, sean de carácter mítico, intelectual, vital o material, se trascienden y recrean con nuevas aportaciones imaginativas o interpretativas del sujeto poeta sobre el mundo que lo convoca. Si damos al lenguaje la comunicación capital que le pertenece como relación, consolidación y expresión de lo fluyente de nuestra interioridad, estaremos aceptando, humildemente, que la única claridad definitiva de nuestro verso es la sin respuesta de lo que no tiene salida en los razonamientos lógicos de la Lengua: la eternidad efímera del hombre.

     Cuando se escribe Poesía, se convoca en la escritura de una manera entusiasmada la pasión con que el poeta se adueñó de una percepción o sufrió una experiencia personal ética, estética, conceptual o social. Sentir la emoción que este suceso nos ha provocado, y devolverlo, ordenado por la palabra y realizado en el ámbito preceptivo de lo escrito, es la verdadera satisfacción del poeta. Como ejemplo preciso leo:

Pasiono

     Siempre he deseado que las raíces fundamentadoras de mi poesía no estuvieran en espacios superiores o mundos míticos, sino en la misma razón de la vida: aquí, donde el vivir se pronuncia y nos pronuncia, nos sacrifica y enriquece y nos exige la necesidad y la fatalidad de la expresión. En una reducción simple, las temáticas principales que impulsan los ámbitos significativos de mis versos serían: la tierra, el lenguaje, el acontecimiento humano, la temporalidad del suceso (por el cual tomamos conciencia de lo existente como transitoriedad), la naturaleza -rural y urbana- y, sobre todo, la emoción prístina de ser ante la conciencia y el fenómeno en la torpe desnudez desvalida de la experiencia diaria que nos define.

Los gentíos del éxtasis, integrado en la estructura general de un nuevo libro es exponente de estos conceptos:

      Lo que no emociona no tiene cabida en lo poético. La vida y todo el acontecer existencial solo si se implica como acaecimiento en el corazón del hombre podrá  convertirse en verdadero camino del poema. Es esta la razón por la que siempre he supuesto  que la Poesía expresa intelectual y emocionalmente la  capacidad  humana del ser.

    Escribir poesía es para mí, por consiguiente, como tantas veces he escrito, apasionar la inteligencia y clarificar la emoción del conocimiento en el espacio morfológico del poema; pero además es parte de la experiencia personal profunda y única, que define, a la postre, la propia vida intelectual y física. El mundo del poema es mi propio mundo, confabulado desde mi afectividad psíquica y mi carga intelectual, en función de una finalidad creativa consciente a través del lenguaje, como sucede en el poema

La tierra que más amo, escrito bajo los impulsos de las experiencias afectivas particulares sobre mi tierra:

  Y de mi tierra, paisanos míos, y castellanos y leoneses de pro son las personas y entidades que me acompañan en este honor, en el XXX aniversario de los Premios Castilla y León. A ellos quiero desde aquí también tributarles mi reconocimiento personal: a Fernando Tejerina, a Lola Herrera y Concha Velasco, a Tomás-Ramón Fernández, a Rosario Heras, a Marcos Ana y Francisco Laína, a Ángel Sancho, y a los dos equipos de Rugby más importantes de la Comunidad. A todos ellos mi más sincera enhorabuena.   

 Y a la Junta de Castilla y León, con su Presidente Juan Vicente Herrera a la cabeza, quiero agradecerle que en estos tiempos difíciles, en esta hora grave económica de España, haya seguido manteniendo estos galardones que reconocen la labor de los castellanos y leoneses ilustres. Presidente, muchas gracias. 

 Para terminar: El hecho poético, la creación poética, en general, es fascinante en su creación e intelectualmente enriquecedora en el sentir y en el pensar. No obstante, la verdadera Poesía es indefinible por naturaleza como lo es, por ejemplo, la emoción erótica que nos produce la belleza intelectual o la selectividad de la pareja amorosa o los mismos presentimientos con que a veces anticipamos la llegada de ciertos sucesos...

     De todas formas, la vida es siempre pasión. Apasionado acontecer, lúcido o nebuloso, del conjunto de realizaciones que denominamos existencia, que en algún modo nos forman y conforman. Vivir es existenciarse, pero  también sentirse. Ay de aquél que no lo comprenda de este modo y que no lo participe, que no acepte sus consecuencias y no luche por sentir sus sentimientos y realizarse con todos sus sentidos... No salvaremos nuestro fracaso de inmortalidad, de ser seres espaciales, temporales, racionales y conclusos, pero aprenderemos que si la destrucción es el fin postrero del hombre y que nada nos saca de la muerte, al menos nuestra vida será historia, ejemplo y aprendizaje de humildad y entrega. Y con ello habremos para siempre olvidado la duda. Y el vacío. 

 

 

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