La jubilación deja a este pequeño pueblo sin uno de los restaurantes de referencia de la provincia: "Estamos muy apenados"
Tras más de cuarenta años de servicio y crecimiento exponencial, este local colgará el cartel de cerrado definitivamente
"¡Dos que sí, y dos que no!". Una de las expresiones más típicas de la jerigonza tabernera zamorana, y que el día 17 de diciembre resonará por última vez en el Restaurante 'La Moña' de Villanueva de las Peras. Este lugar, considerado una referencia gastronómica del valle de Valverde y el Tera, e incluso fuera de las fronteras de la provincia, cerrará definitivamente sus puertas por jubilación tras más de cuatro décadas de servicio.
Muchos han sido los cambios que ha ido experimentando hasta convertirse en lo que es hoy, un referente gastronómico en la provincia. "Empezamos en el año 82, y solo servíamos pinchos", explica Miguel Prieto, quien ha regentado el local durante todo este tiempo junto con Catalina Arroyo. "Como venía mucha gente y vimos que todo iba bien, decidimos ampliar el local y la carta con pequeñas raciones, poco a poco, con mollejas, pulpo, alitas, costilla...", añade. Poco a poco, con el boca a boca, este local en un pequeño pueblo de Zamora como es Villanueva de las Peras llegó a lo más alto. "Le debemos todo a la gente", indica emocionado Miguel.
Y es por esa gente, por esos vecinos de tantos pueblos, además del suyo propio, por lo que la decisión de tomar el camino de la jubilación a los 64 años ha sido especialmente dura. "El verano pasado, apenas teníamos gente para trabajar y vino muchísima gente, no dábamos abasto, teníamos un gran agobio y no podíamos dar el mejor servicio", lamenta Miguel y añade que "al final decidimos que otro año así no podríamos estar, así que toca cerrar". "Son 42 años cotizados, y ahora toca disfrutar de la nueva vida", afirma.
De la misma manera que Miguel y Catalina lamentan tomar esta decisión, son los propios clientes quienes también echarán de menos este lugar en el que tantas veces disfrutaron de la comida y el trato cercano de La Moña. "Hemos recibido muchísimas muestras de cariño y mucha gente ya nos ha reservado para una última cena o una última comida", indica Miguel, agradecido.
A pesar de lo duro de la decisión, Miguel es consciente de que no le ha quedado más remedio que echar el cierre. "Es triste, pero ya nadie quiere este oficio, y llevar un restaurante así, si no es familiar y tienes que andar tirando todo de sueldos, no da dinero", apunta. A pesar de ello, considera su labor como algo que trasciende más allá del mero servicio de hostelería. "Hemos puesto a Villanueva de las Peras en el mapa", celebra y añade que "esta es una zona complicada, alejada de las carreteras principales". "Aquí la gente viene exclusivamente a comer, no es como otros sitios como Sanabria que vas a ver cosas y, de paso, comes", señala.
"Mucha gente que iba hacia Galicia se desviaba exclusivamente para comer aquí, y eso siempre hace mucha ilusión", manifiesta e insiste en que es algo que "vamos a echar mucho de menos". "Hay mucha clientela fija y eso para nosotros es un orgullo enorme". Así, con ese orgullo, la cabeza alta, y la seguridad de haber dado el máximo por Villanueva y los clientes del pueblo y la comarca, Miguel y Cati bajarán definitivamente la persiana de La Moña, dejando una huella imborrable en una clientela que echará de menos entrar y poder gritar '¡Miguel, dos que sí y dos que no'!, mientras el eco de esta expresión resonará para siempre en los corazones de todos los que en algún momento formaron parte de la historia de este restaurante tan especial.
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