El legado de las Cabañuelas

La artista burgalesa Asunción Molinos pone el valor el método de predicción para visibilidad a una técnica útil pero poco conocida

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Un momento de la grabación del documental sobre las Cabañuelas
Un momento de la grabación del documental sobre las Cabañuelas

Acostumbrados a disponer de la información meteorológica a golpe de clic o simplemente encendiendo el televisor, cuesta imaginar cómo, antes, cuando la tecnología no estaba tan presente la tecnología se conocía cómo iba a hacer. Existía un método que hoy sigue todavía muy vigente, especialmente en el medio rural. Se trata de la metodología de las cabañuelas, un cálculo popular basado en la observación de los cambios atmosféricos en los 12, 18 o 24 primeros días de enero o de agosto, que permite pronosticar el tiempo que habrá durante cada uno de los meses de ese año, o incluso del siguiente.

Se sigue practicando en toda la Península, pero no es “muy popular”, y por ello, consciente de su desconocimiento y en especial entre la población más joven, la artista burgalesa Asunción Molinos decidió elaborar un vídeo titulado ‘Barruntaremos’ donde, con la ayuda del pastor segoviano Pedro Sanz, muestra en qué consiste y cuáles son los elementos de los que se sirven las cabañuelas para predecir el tiempo. 

El vídeo tiene una duración de poco más de nueve minutos y en él se puede ver a Pedro Sanz, protagonista absoluto del proyecto, explicar a cámara cuáles son las técnicas. Es un vídeo “muy paisajístico” y dividido en capítulos dependiendo de cada elemento, con el que el espectador va conociendo la información meteorológica que se puede encontrar en la niebla, la luna, las nubes, los pájaros, las piedras, las orugas… 

Sanz explica cómo estos elementos de la naturaleza suministran información. Por ejemplo las orugas cuando van en fila “barruntan que la primavera va a ser muy calurosa y habrá poca agua”. 

Un hombre estudia los cambios de temperaturas en la tierra
Un hombre estudia los cambios de temperaturas en la tierra

“La obra de ‘Barruntaremos’ es como una promesa a futuro. Es un verbo que significa presentir, adivinar el futuro”, explica la autora en relación al título del proyecto. Su objetivo principal a la hora de elaborar este vídeo, que desarrolló con la ayuda de la cámara Sonia Pueche y el sonidista Alberto Carlassare, era “dar a conocer una metodología de predicción meteorológica que han usado pastores y agricultores desde el medievo y que está cayendo en desuso”. “Este es un conocimiento vivo, hay un montón de personas que saben leer la meteorología, el paisaje y las previsiones con un margen de error exactamente igual que el del satélite”.

Por ello, quiso aportar su granito de arena para dar a conocer más esta técnica que ella misma reconoce que, pese a ser hija de agricultores, ha sido recientemente cuando ha entendido en qué consiste. En este punto explica que, desde hace mucho tiempo, el mundo rural, con toda su riqueza ha sido “un poco estigmatizado”, considerando que está “retrasado, obsoleto y a la cola del progreso”. Una visión que asegura que se construye desde los entornos de poder urbanos y que no es “nada real”. “Es una forma de estigmatizar el mundo rural, no conociendo su autonomía y soberanía cultural, y obviando toda la innovación que se ha llevado a cabo siempre en el mundo rural”, añade. 

La fotógrafa enfoca a dos burros
La fotógrafa enfoca a dos burros

Molinos explica que pese a ser poco conocida, es una técnica “muy viva”, que se practica en zonas como Cataluña, Soria, Granada, y por ejemplo en el norte de España se utiliza un sistema similar llamado témporas. Además asegura que  es una técnica que se practica no solo en España, sino también en algunos países de América Latina. Pedro Sanz es un gran conocedor de este sistema de las cabañuelas, sin embargo, esperando que no se pierda, ha instruido con sus conocimientos a su sobrina Cristina, que será la heredera de este saber. 

‘Barruntaremos’ es una obra encargada por la Fundación TBA21 (Thyssen-Bornemisza Art Contemporary) que se puede ver en la web st_age. El proceso de grabación duró cerca de tres meses y se llevó a cabo en las inmediaciones de Segovia, en zonas de la localidad de Brieva y en diferentes espacios agrarios. 

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