La OCU advierte: si no se conocen muy bien las setas, mejor abstenerse de cogerlas en el campo

La Organización de Consumidores recomienda abstenerse de salir al campo a recolectar setas para el consumo si no se conocen muy bien y no tomarlas ni cogerlas en caso de duda.

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Comienza la temporada de setas. Por eso, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda que, si no se conocen muy bien, lo mejor es abstenerse de salir al campo a por ellas, pues hay ejemplares venenosos muy similares a otros comestibles.

La única forma de saber si una seta es tóxica o no es conocerla muy bien, identificar su nombre y apellido; o lo que es lo mismo, la especie concreta a la que pertenece, para poder saber si se puede comer o no. OCU recomienda que, ante la mínima duda, es mejor no tomarlas y ni siquiera cogerlas.

Las fotos de las guías de setas tampoco suelen ser una fuente fiable de información, puesto que tanto el color como el tamaño pueden cambiar según la zona donde crezcan. Por ello, OCU recomienda que se recolecten solo en zonas bien conocidas, no en lugares donde no se puedan reconocer adecuadamente las especies de la zona y como crecen allí.

Además, la Organización advierte de que se debe recelar de las ‘creencias populares’ y de los consejos “de andar por casa”, ya que circulan demasiados mitos sobre cómo reconocer las setas tóxicas y ninguno de ellos es efectivo.

La Organización de Consumidores aclara algunos ejemplos:

Es falso que si están mordidas por animales sean comestibles. Las setas pueden ser comestibles para algunos animales y tóxicas para los humanos, y no necesariamente tienen los mismos efectos. Que estén mordidas o agusanadas no es indicador de seguridad.

Es falso que si se hierve la seta con una cuchara o utensilio de plata y éste se vuelve negro la seta es tóxica, y si la plata no se ennegrece es comestible. Esto no tiene fundamento.

Es falso que una seta sea tóxica si al cocer con ajos o cebollas oscurece.

Es falso que una seta deje de ser tóxica si se cuece o se pone en vinagre o salmuera, y también es falso que las setas sólo son peligrosas crudas o poco cocinadas.

Es falso que únicamente son tóxicas las setas que cambian de color al partirlas. Por ejemplo, los níscalos no son tóxicos y cambian de color al partirlos, mientras que la Amanita falloides no cambia de color y es tan tóxica que puede resultar mortal.

Es falso que las setas que crecen en la madera son siempre comestibles. Ni todas son tóxicas ni todas pueden comerse.

No existen trucos para una identificación certera de las setas. Por eso, antes de cogerlas o consumirlas, la Organización de Consumidores recomienda:

No consultar una guía, sino varias.

Coger sólo las setas que se conozcan a la perfección.

Ante la mínima duda, ni siquiera cogerlas

No tomar nunca setas que se ofrezcan sin la garantía de que son comestibles. Antes se debe consultar con un micólogo.

OCU recuerda que algunas comunidades autónomas y ayuntamientos disponen de servicios de análisis, a veces gratuitos, donde se puede comprobar con total seguridad si las setas son tóxicas. Y también algunas sociedades micológicas ofrecen en temporada un servicio de asesoramiento e identificación.

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