El piloto de globo que hace soñar a los vecinos de este pueblo de Zamora: “Para ellos es toda una experiencia y con eso me basta”
Valentín Carbajo, piloto en una empresa de Haro, aprovecha cada ocasión para regresar a su pueblo y compartir con los vecinos la emoción de 'surcar' los cielos
Cuando Valentín Carbajo pasea por las calles de su pueblo, Villamayor de Campos, siempre hay algún vecino que le pregunta con ilusión: “¿Has traído el globo?”. La pregunta tiene sentido. El pasado jueves, muchos se quedaron con la mirada fija en el cielo al ver un globo aerostático surcando el azul del atardecer. Allí, entre nubes y viento, estaba Valentín, acompañado por cuatro amigos, disfrutando desde el aire del paraje que le vio crecer.
“Eso me llena de orgullo y me conecta aún más con ellos”, afirma emocionado, convencido de que cada vuelo en su tierra es un reencuentro especial con sus raíces, su familia y sus amigos. “Cuando digo que quiero volar al día siguiente, todos se ofrecen para ayudar. Es un trabajo en equipo”.
Ese viaje al cielo partió desde las bodegas del pueblo, un lugar emblemático para todos los vecinos. “Casi todas las familias tienen allí una bodega, en un pequeño teso a un kilómetro del pueblo. Volar sobre ellas fue algo muy especial. Normalmente cruzas el pueblo y ya está, pero esta vez pudimos subir y bajar varias veces, sobrevolando zonas diferentes durante media hora”, recuerda.
Un ‘Google Maps’ en primera persona
La confianza en Valentín es total. Su precisión, experiencia y conocimiento del viento son garantía de seguridad. Trabaja como piloto profesional en una empresa de vuelos en globo en Haro, La Rioja, pero cuando puede, vuelve a casa. “Todos los pilotos tenemos el capricho de tener un globo pequeño para disfrute personal. Y donde más me gusta volar es donde nací, porque allí me tira la tierra”, confiesa.
Siempre que las condiciones meteorológicas coinciden, no lo duda. “Cuando allí está bueno para volar, aquí también. Si coincide, cojo el coche esa misma noche y me voy para allá”. El globo, cuidadosamente guardado en su pequeño carro, siempre está listo para emprender ese viaje de regreso a casa.
Al principio, sus pasajeros suelen estar nerviosos. “No saben qué esperar, pero luego quedan maravillados. Es una sensación de flotar, de estar en silencio, como si volaras en un sueño”. La emoción también es visual: desde el aire, las tierras conocidas se convierten en un espectáculo nuevo. “Un amigo agricultor me decía que es como Google Maps, pero en directo”, cuenta.
Aunque Valentín vuela a diario, admite que volar sobre su pueblo es diferente. “Solo con escucharles hablar entre ellos ya me llena. Para mí el vuelo puede no ser tan especial porque es mi día a día, pero para ellos es toda una experiencia. Y con eso me basta”.
La pequeña “revolución” de volar desde Villamayor de Campos
El vuelo del jueves quedará en la memoria de todos. “Cogimos mucha altura y aterrizamos en la zona de Villalpando. Fue un vuelo fantástico, de esos que te quedan en el recuerdo. La compañía fue estupenda, había mucha gente en tierra ayudando, sacando fotos… Siempre es una pequeña revolución cuando se vuela allí”, dice con una sonrisa.
Y de eso se trata la vida: de compartir momentos que te hacen feliz con los tuyos, de crear recuerdos que perduren. Valentín Carbajo, el hombre del globo, seguirá compartiendo emociones desde el aire, calmando nervios, levantando sonrisas y cumpliendo sueños. Porque cuando el impulso te lo pide, Haro y Villamayor de Campos no están tan lejos si el cielo te abre camino.
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