Josefina, Clara, Mari Jose, Consuelo, Maribel, Rosa y Fuensanta son el vivo ejemplo de la lucha feminista en la España Rural. Corría el año 1981 cuando en Moral de Sayago, un pequeño pueblo de Zamora con poco más de 200 habitantes surgió una asociación de mujeres que a día de hoy sigue en activo.
"Cuando dijimos que queríamos hacer una asociación de mujeres, el Ayuntamiento se río de nosotras", explica Josefina mientras Clara calienta café y preparan la mesa para disfrutar de una merienda juntas.
Es tarde de celebración, en la sede de la asociación hoy es el último día del curso 'Julia'. Más de 20 horas de un proyecto nacido desde Feafes e impartido en esta pequeña localidad por Laura Ratón Méndez, trabajadora de la federación en Zamora. Juntas, unidas, libres, independientes y activas, son los pilares que forman el nombre y el fondo de este proyecto.
"Al principio pensé, cómo voy a explicarle esto a estas mujeres si han vivido mil cosas más que yo", explica Laura en el camino hasta la asociación, rememorando todo lo que y asegurando que: “hablando con ellas te das cuenta de los difícil que lo han tenido.
La última sesión comienza con un repaso de todo lo aprendido durante el último mes, una charla sobre porqué el morado es el símbolo de la lucha feminista y como broche final una cápsula del tiempo en formato de vídeo con frases para las mujeres de las nuevas generaciones. La cámara comienza a grabar y Clara de 67 años, haciendo honor a su nombre, deja el siguiente mensaje: "que no aguanten tanto machismo".
Termina la sesión y Josefina presenta orgullosa su tortilla, Clara prepara ya la cafetera, Mari Jose la empanada... un sinfín de manjares en este último día que representa solo una pequeña muestra del empoderamiento de la mujer surgido en el pueblo hace cuarenta años.
En 1981 Moral de Sayago fue el escenario donde surgió esta asociación de mujeres, fundada oficialmente en 1983, como una red infinita de solidaridad y acompañamiento entre ellas, mucho antes de que el término sororidad ganase peso en la sociedad. "Hemos viajado, hacemos una revista anual, hemos hecho muchos talleres...", comenta Josefina mientras busca los números de años anteriores, "pero lo más importante es que no hemos ayudado entre nosotras, nos hemos hecho compañía y siempre hemos estado las unas para las otras".
En la pared pueden verse que fotografías que apoyan el relato de Josefina, viajes a Oporto, excursiones a zonas cercanas, cenas de aniversario... y es que 40 años dan para mucho. Si le preguntas a cada una de ellas, su experiencia personal ha sido muy distinta.
"Los mejor para mí de esto, es que me ha 'sacado' de casa'", comenta Consuelo, "aunque me costó más de una discusión con mi marido poder venir, y ya le dije: "¿no vas tú al bar?, pues yo vengo aquí", zanja, mientras se escucha un "faltaría más", por parte de Clara que ultima los detalles del café que está a punto de servir.
Los inicios de esta asociación no fueron fáciles "se rieron de nosotras. Nos ha tocado llamar a muchas puertas, y nos han ayudado, pero todos los cursos que hacemos se han podido hacer gracias a nosotras. Nos gustaría tener más apoyo, poder acceder a Internet desde el móvil y aprender a hacer más cosas de informática, para que no se pierda la actividad de la asociación", asegura Josefina muy orgullosa tras "pelear", por la supervivencia de esta asociación.
Una tarde que termina con una gratitud palpable por parte de todas ellas, “que se sepa lo que hacemos, los que nos ayudamos unas otras”, se escucha en la sede de la asociación entre el trajín de recoger todos los “cacharros”.
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