En ciudades de todo el mundo, como Madrid, Calatayud e incluso Italia, se honra la memoria de San Valentín, pero Zamora guarda una reliquia única que conecta a los fieles con el amor que simboliza el santo. En la Colegiata de Toro se conserva parte de sus restos óseos, específicamente el cráneo de San Valentín, custodiado en una caja de plata de gran valor histórico.
Según documentos históricos conservados por la Diócesis de Zamora, el cráneo de San Valentín fue adquirido por don Diego Enríquez, capellán del emperador Carlos I, quien recibió la licencia para colocarlo en la Colegiata de Toro el 26 de abril de 1545, junto con indulgencias para los fieles que visitaran el lugar. Esta reliquia se ha convertido en un símbolo de devoción para los habitantes de Toro y los turistas que llegan para venerarla.
Un siglo después, el canónigo don Valentín Tejederas, con el objetivo de fortalecer el culto al santo patrón, consiguió del Papa Inocencio XI dos breves en 1682, los cuales otorgaban indulgencia plenaria cada siete años a aquellos que visitaran la capilla que albergaba la reliquia y jubileo a los cofrades de la Cofradía de San Valentín, una de las más importantes de la ciudad.
El cráneo de San Valentín, rodeado de una caja ovalada de plata y adornado con cabezas de ángeles alados del siglo XVII, es una joya histórica que, además de su valor religioso, posee un gran valor artístico. La reliquia y sus representaciones del santo continúan siendo un punto de atracción tanto para los devotos como para aquellos interesados en la historia de la ciudad y del propio santo.
Toro, que curiosamente lleva la palabra "amor" escrita en su nombre, sigue siendo el corazón de la devoción a San Valentín en la provincia de Zamora, un lugar donde el amor y la historia se entrelazan de manera única.
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